A orillas del Ebro
recogías grosellas
impregnadas de ocaso…
¡Cuántos rayos parpadearon contra tu cintura de nardo blanco!
¡Sin imaginártelo!
Llegaron miles de picoespadas
batiendo destellos
sus alas de fuego
y semblante mágico.
Pero hay un colibrí insignificante
transparente
sin brillo ni color
que apenas sabe volar mientras sueña
desde los elementos básicos.
Simplemente aguarda en silencio
tu corazón cálido.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Vicente Gómez Quiles.
Publicado en e-Stories.org el 05.03.2014.
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