Y veo llegar a la muerte con mi alma prendida entre sus dientes
y pese al calor infernal causado por la fiebre
siento frío…,
un frío...
que escarcha mi mente,
y casi es perceptible el castañear de mis costillas,
un frío...
que amenaza con quedarse...
para siempre,
acompañándome en la noche de los siglos.
.
Y aunque no saldrá de mi ni un mísero reproche,
no sé que vienes a buscar de un hombre que está ya muerto,
del que sólo queda viva la tristeza,
y las ganas de morir...
y siento frío...
y te juro que es frío
que no es miedo.
Miedo me da la soledad
y no tú ,
muerte..
Abrázame...,
dame la poca calidez que puedan ofrecer tus brazos
y llévame allí donde acaban los recuerdos...
donde todo será nada….
donde dormiré el sueño eterno.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Emilio Puente Segura.
Publicado en e-Stories.org el 16.09.2014.
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