A lo lejos
las montañas nos parecieron,
azules y grises como nubes.
Yo soy quién fui y el que seré;
labio partido besando tu boca.
Descarriado tu eres: tiempo,
ahora entre mis sombras.
¡Salta, saltamontes!
¡Salta otra vez por aquellas manos pequeñas!
Antes de romper pompas y hacerte ceniza
hasta dar brillo al apagado
traspiés, de una farsa elemental
que nunca nos atiende;
jamás se espera
o llegará licuándonos y te retuerce, a mi fórmula de ausencia.
¡Saltamontes salta aunque sea con muletas!
¡Ahí y acá!
¡Brinca!
Por ese allá,
adonde la noche no calle y se duerma.
Hasta esa luz que olvide el éxtasis
de la hora que viene desesperada y me anuncias.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Vicente Gómez Quiles.
Publicado en e-Stories.org el 07.06.2014.
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