De fotografos y Tecnologia

Cada barrio tiene su fotógrafo, como tiene su comisaria, su puta, su manosanta y su hospital.

 Casi en la esquina de Boyacá y Gaona estaba el negocio de Don Alberto.
 No había paredes, álbumes o portarretratos donde no hubiera alguna foto que no hubiese sido tomada por él. En cada dependencia pública del barrio, billetera o cartera, hasta en fotos olvidadas en estantes donde el plumero nunca llegaba el sello de su negocio recordaba que el estuvo allí.

 Un día, un turista dejó caer una cámara digital en la calle y la enfermedad binaria se adueñó de todo.
 Lo que alguna vez había sido un barrio sufrió una metamorfosis que reíte de la de Kafka: Personas, maquinas, lugares, todo se condensó en un conjunto de bytes y fue almacenado en archivos.

 Sonó el teléfono y atendí.

- Comisario: Encontraron al fotógrafo muerto en su negocio. Me dijo el cabo Garrido desde el otro lado de la línea.
 La vida de un policía que es asignado a su propio barrio puede ser un poco ingrata...

 Ahí yacía Don Alberto entre pedazos de una computadora que parecía hubiese sido destrozada a martillazos: Blanco como papel fotográfico y con el cuerpo desnudo cubierto de unos y ceros....

- Otra víctima de la tecnología. murmuró socarronamente uno del departamento forense, mientras aspiraba el cadáver con su Nikon digital.

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