Calado de lágrimas su pañuelo terrestre,
no encuentra consuelo la tarde llorosa.
Bate alas la ventana y filtra memorias
coloridas de antaño.
El aire es un suspiro de bocas desgranadas;
son tu boca y mi boca que sangran aún,
la quimera de juntos para siempre
en el degolladero inclemente del fracaso.
Pero tu boca todavía grita: imagino lo que no sé.
Suspira: ignoro lo que sospecho.
Arde: ignoro, deduzco, pienso
por qué no me quisiste nocturnal como tú.
Tu malicia exquisita enrosca lujurias;
mordiscas lasciva el fruto inmemorial
y tus ojos me miran diciendo: te lo perdiste.
Y yo, ya no me asombro
de hasta dónde he llegado con tanta soledad,
porque la lluvia y el viento son pretextos,
como excusas son el sol y la noche
para tenerte en mí toda la vida.
No importa que no estés en realidad,
en esta tarde fría en que llueve y te llevo
como tizón vehemente a la cama conmigo.
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Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de José Luis Remualdi.
Publicado en e-Stories.org el 02.12.2014.
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