Jaime tenía un campo en Entre Ríos. Cada dos meses, allí se reunía toda la familia.
Él siempre dedicaba la tarde del sábado cabalgando con sus nietos, que tenían diez y doce años. Pero ya no podía por lo que se sentó con ellos y les explicó:
- Chicos, lamentablemente, debido a mi edad, tengo problemas de columna por lo que no podré cabalgar más. No obstante, pueden ir con su padre, o incluso si él se los permite y van con cuidado, pueden hacerlo solos.
- Si no es con vos no cabalgaremos más- dijeron los dos.
- Pero si les gusta tanto.
- En realidad no nos gusta- le dijo uno de ellos.
- Lo que pasa es que debido al trabajo, compromisos y problemas, no tienes mucho tiempo para dedicarnos, sin embargo cuando cabalgamos pasamos toda la tarde juntos y ni siquiera el teléfono nos interrumpe- le aclaró el mayor.
Su abuelo los abrazó y les dijo:
- Caminando no llegaremos tan lejos, pero compartiremos toda la tarde
solos y juntos.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Gustavo Fingier.
Publicado en e-Stories.org el 07.09.2018.
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