Jona Umaes

El libro

         En su clase de inglés, Juan paseaba por los pasillos de pupitres mientras sus alumnos hacían una prueba tipo test. No le gustaba estar sentado en la silla de profesor durante mucho tiempo y paraba lo mínimo. Desde hacía varios años había pensado en un método para enseñar el idioma a sus alumnos que se salía de lo habitual. Media clase la dedicaba a explicar el tema correspondiente y en la otra media hacía una prueba de comprensión. En casa, él mismo se grababa haciendo una pequeña exposición y utilizando los conceptos que se explicaban en el tema. Comenzaba a una velocidad lenta y poco a poco iba aumentando hasta llegar al ritmo normal. Le llevó muchos meses realizar esos audios y como de un año para otro los contenidos eran similares, tan solo tenía que regrabar alguna lección haciendo pequeñas correcciones si era necesario.


         A sus alumnos les gustaba esa forma de dar clase porque, conforme avanzaba el curso, iban comprendiendo más y más. Las preguntas eran relativas al audio que escuchaban, todo estaba escrito en inglés y al ser tipo test, no perdían tiempo escribiendo. Tan solo tenían que comprender bien lo que se les preguntaba y asociarlo con el audio.


         Su trabajo no lo consideraba como tal. Disfrutaba con el idioma y las clases eran un hobby más. Aparte del inglés, era aficionado a los puzles. En la estantería de su habitación apilaba las cajas de todos los que había hecho anteriormente. Sobre la mesa del cuarto siempre se podía ver el esbozo de una imagen troceada en pequeñas piezas encajadas y al lado, otro montón esperando su turno. En ese momento estaba componiendo un paisaje con muchos detalles. Después de tanto tiempo realizando rompecabezas, había adquirido tal pericia que buscaba composiciones cada vez más complicadas. Antes de comenzar un nuevo reto, encargaba un tablero con las medidas apropiadas y con un marco preparado para poder encajar un cristal. De esa forma, una vez terminara el puzle, podía colgarlo en alguna pared.
 

         El deporte que realizaba era con la bicicleta. Cuando hacía buen tiempo, se escapaba una hora para tomar el aire y tonificar los músculos. Eso le ayudaba a mantenerse en forma y mitigar los males del sedentarismo. Así, cultivando cuerpo y mente, conseguía llevar una vida equilibrada. Otra de las cosas que le relajaba mucho era leer. Le gustaba el papel, el tacto y el olor de los libros, sobre todos los antiguos. Los ebooks le parecían fríos y aunque reconocía que eran prácticos y tenían muchas ventajas, no los necesitaba, pues solo leía en casa. Acababa de terminar una novela histórica sobre Roma y no tenía claro qué era lo siguiente que quería leer, así que se fue para la biblioteca pública que había cerca de su casa y paseó por los pasillos repletos de libros en busca alguno que le llamara la atención.


         Después de leer varias sinopsis que no le convencieron, se topó con el canto de un ejemplar que despertó su curiosidad. Tenía por título “El libro”. Lo extrajo de la estantería y en la portada pudo ver una serie de imágenes fusionadas formando una composición armónica y colorida, agradable a la vista. En la misma, aparecía la pizarra verde de una clase con la silueta de una mano señalando algo escrito, también varios libros abiertos desde distintas perspectivas. El conjunto en sí era un puzle con cientos de pequeñas piezas encajadas, como tantos que hacía él en su casa. Le dio la vuelta para leer de qué iba:


         “Esta historia narra la vida de un profesor, apasionado de su trabajo y amante de la tranquilidad. Alimenta su curiosidad devorando libros y cultivando su mente. Sin interés por qué le deparará el futuro, vive al día, degustando o soportando cada momento sin mirar más allá. Si el lector se siente identificado con el protagonista, todo será fruto de la casualidad, como se suele decir”


“Una sinopsis que no dice mucho”, se dijo. Estaba cansado de ojear tantos libros, así que, sin pensárselo dos veces, se lo llevó para su casa.


         Esa misma noche comenzó a leerlo. Después de varias hojas, tuvo una sensación extraña. Todo lo que se narraba le era familiar. Desenterró recuerdos de su propia vida que había olvidado por completo. Era ya tarde y como debía levantarse temprano, cerró el libro lamentándose, ya que había logrado engancharle.

 

         Al día siguiente, tras la jornada en el instituto, almorzó y se echó un rato la siesta. Cuando se despertó, vio el libro sobre la mesita. Lo había olvidado, así que se lo llevó al salón para continuar la lectura, una vez merendara. Al igual que la noche anterior, conforme leía, vio que los hechos que se narraban le hacían sentirse identificado con el protagonista. Llegó a un punto del libro en el que parecía que estaba leyendo el discurrir de su propia vida. Tuvo esa certeza porque, aunque eran vivencias pasadas, las recordaba como si le hubiesen ocurrido ayer. Una sensación de agobio comenzó a apoderarse de él. Se encontraba incómodo con la lectura. ¿Cómo es posible tantas coincidencias?, se preguntaba. Ya no pudo parar de leer y tras quince minutos, viendo que todo lo que se narraba se refería a él mismo, arrojó el ejemplar sobre el sofá como si le quemara las manos. Su corazón bombeaba violento y veloz. Desconcertado, se levantó y fue a la cocina para tomar un vaso de agua. Tenía la boca seca, quería deshacerse de la sensación de ahogo que se había apoderado de él.
Finalmente, se armó de valor y fue de nuevo al salón a por el libro. Comenzó a ojearlo desde el final y para su sorpresa, vio que todas las hojas estaban en blanco. Buscó la última página impresa y leyó:


“Desconcertado, se levantó y fue a la cocina para tomar un vaso de agua. Tenía la boca seca, quería deshacerse de la sensación de ahogo que se había apoderado de él.
Finalmente, se armó de valor y fue de nuevo al salón a por el libro. Comenzó a ojearlo desde el final y…”


         En ese momento, ya no pudo soportarlo más y aflojó las manos dejando caer el libro al suelo. Este cayó abierto y se mantuvo en la misma página que acaba de leer. Bajó la vista y vio, atónito, cómo las palabras se iban escribiendo por sí solas en el papel, describiendo todo lo que acababa de suceder.

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Jona Umaes.
Publicado en e-Stories.org el 16.05.2020.

 
 

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