Norma Elpidia Marin Aguilar

OJOS DE RINCÓN DE ROMOS

 

I

Este atardecer de verdes campos

esconde en el valle sus trovadores

para dejar crecer el horizonte.

 

La iglesia Laterense testigo inerte

de fiestas y festejos

recibe en visita al “Señor de las Angustias”

patrono de la alcaldía,

para asegurar del pasado su tradición.

 

Hombres campesinos, maestros y poetas

han festejado en éste mi Rincón

el posicionamiento de la tierra

con trabajo duro en cosechas de esperanza.

 

II

Tierra de Chichimecas que bendicen en el valle

las veredas, los pozos y pastizales

donde el viento arrastra el olor a establo

que mezcla tecnología

para fabricar el paso tranquilo de los días.

 

Es la mercadotecnia efervescente,

cual desfile de modas, cambia abrupta el paisaje

y carcome los corazones pendientes ahora

de las novedades del nuevo milenio.

 

Es mi Rincón de Romos una anciana revolucionaria

que teje sin prisas los destinos de sus hijos

no importa el camino recorrido

cuenta el futuro por llegar.

 

 

 

III

Se meditan los pasos, para corregir el rumbo

se planean grandes cambios y se visualizan las estrellas.

En la capilla a San José se llora a los muertos

que camino a El Bajío encontraron la paz.

 

Al oriente florece El Chaveño testigo imprudente

del paso de dos siglos, ahoga en sus casas

los olores del tiempo y el alma expectante de un campesino

que con semblante cansado lame su derrota.

 

Cuna de escritores y poetas, al poniente

permanece orgulloso el barrio de Chora

espera de su gente que la sangre marque los libros

manantial de sabiduría y canto.

 

Al norte y al sur resurgen sus haciendas

vaivén territorial de pueblerinas costumbres,

iconos de orgullo, arco iris de luz

que teje sueños de placer y encanto.

 

IV

Es mi Rincón de Romos, ojos tranquilos

al paso de los años

crece cándido en cada atardecer

y arropa en su tierra los vientos del silencio

para dejar correr penetrantes los sonidos en el firmamento.

 

¡No me olvides! Mi Rincón

que de tus entrañas he visto la luz

y en tu tierra de amistad di mis primeros pasos

cuando el alba despuntó en el monte.

 

Espero impaciente el nuevo horizonte

manantial de tradiciones y belleza singular

cuna de mujeres nobles, entusiastas del trabajo

peregrinas del hogar y la parcela.

 

Pueblo de cantos, danzas y algarabía

que desbordan en promesas su actuar

para convertir su labranza en amor y respeto alimento de niños y jóvenes

que impacientes esperan alcanzar una estrella.

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Norma Elpidia Marin Aguilar.
Publicado en e-Stories.org el 25.07.2020.

 
 

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