Noche de colmillos
Después que padre enfermó, una de las pocas posesiones familiares que se salvaron del camino del embargo, fue un televisor con pantalla en blanco y negro.
Una noche – No tendría más de cinco o seis años - En que se me permitió quedarme más tarde del horario acostumbrado por haber traído muy buenas calificaciones lo vi por primera vez en la pantalla y desde ese momento, supe que el encuentro sería inevitable.
Ha pasado más de medio siglo y mi niñez, mi adolescencia y mi madurez han pasado también, pero esa certeza no.
Acaba de anochecer y proyectándose a través de la ventana, rodeada por una estola de nubes como una pálida mensajera, La Luna llena vino a decirme que había llegado el día…
23:49. Salimos para la caminata nocturna con mi perrita; normalmente nos cruzamos con varias soledades de seis patas: Cuatro caninas y dos humanas…Pero no esta noche; como en una escenografía preparada por el Señor Poe, la única compañía era una humedad gelatinosa como la fetidez de un ahogado, pegajoso aroma que penetra por la nariz y la piel y pudre la mente y el alma.
23: 59. Estábamos por doblar la esquina del parque cuando Psiky frenó en seco.
Un olor agrio, de pelaje húmedo, y una sombra lejanamente recordada se iba proyectando desde el otro lado de los arbustos...Vagamente humana, avanzaba por la acera sin mostrar aún a su propietario…No pude menos que sonreír de mi propia agitación ante tal perspectiva.
00:60. Ha amanecido.
Psiky despertó a todo el vecindario con sus pedidos de auxilio para su “Alfa”, pero aunque se ha formado un círculo de gente curiosa, nadie se atreve a acercarse a ese animal enorme, con los ojos abiertos y una expresión que parece – Extrañamente – Una sonrisa humana.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Sergio Lubel.
Publicado en e-Stories.org el 24.03.2021.
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