… no, no tuvo normas, ni marcas, ni estilos,
su belleza era ser;
buscaba cada día al sembrador del mundo y le imploraba esa edad
con cada luz e instante, con cada hombre y mujer, con cada espíritu,
y en todo y con todo ardía;
así, cuando empezaron a temerle, no apareció nunca porque estaba en todos
y lo sentían vagar en sí como un corcel de amor o virtud de alma;
… acabó siendo tan cierto como el dulce rumor o los estruendos de mar,
o como el inicio veloz e intrépido del día con su cáliz y desmembramiento,
su principio y fin;
… y aún hoy, hurgando entre cisnes, con ansia, seguimos buscándolo para matarlo.
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Antonio Justel Rodriguez
https://www.oriondepanthoseas
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Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Antonio Justel Rodriguez.
Publicado en e-Stories.org el 25.08.2021.
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