Angels Vinuesa Fernandez

Benposta

Corría el año 1995  cuando  escribí la novela Benposta.
La novela versa sobre un chico que vivió durante años  en la conocida Ciudad de los Muchachos en Ourense. Creada en 1956 por su fundador el Padre Silva,resistìo  45 años despues,y se extendió por toda Sudamerica.Su fin el Circo ..
En estos días  recibí un  correo de alguien que estaba interesado en esta historia.
 Os dejo un capítulo para hacer boca....
Beposta 
 
Capitulo segundo
 
Cuando llegaron a al escuela, ya era mediodía.
...Benposta estaba situado en un altiplano, cercado con una alambrada que rodeaba todo el recinto. Desde fuera  solo se veía una gran fortificación  con pequeñas casitas diseminadas dentro del recinto. Las casas no eran demasiado altas, de dos plantas  con el tejado rojizo.
Tas empinar una gran cuesta  se topó con la aduana. Enfrente un gran rótulo que rezaba  Benposta, y debajo del un escudo  con un centauro de  cabeza llameante.
El tiempo parecía haberse detenido. Allí en la aduana no estaba franqueada por dos  guardias  barrigones y  bigotudos, sino que eran dos muchachos  vestido de uniforme.
Era el umbral, el espejo de entrada a un mundo irreal. De puertas hacia dentro, los que gobernaban, los panaderos, barrenderos, carpinteros, lo que posteaban la gasolina, los banqueros, los mecánicos de coches, lo de la metalurgia.. Eran todos  muchachos.
El mundo de los adultos quedaba  tras la verja de  la aduana, y  de un plumazo  borraba de la faz de a tierra a todo aquel que tuviese  mas de diecisiete años.
Estos  eran los adultos, dentro de aquel mundo, detrás  de ellos  estaban cargos como los de alcalde, concejal.
Pero  Benposta, no era solo una institución, porque  se filtraban a través de las rendijas, los mismos pecados que existen fuera  en el mundo adulto.
Las raterías, el ganarse el pan, el sobrevivir a un mundo hostil, el  espabilarse por si mismo, los palos, las palizas, los abusos de  poder.. La corrupción.
Todo esto solo era salvado, por la camaradería de unos muchachos que  dejaron  trozos de sus existencias tras aquellos muros.
 
Nafo no era consciente en ese momento de todo aquello, a  él solo le primaba  la ilusión por un mundo mágico, pero sobre todo el Circo, los caballos..
.
 Benposta  nace en Septiembre de 1957, en  Orense, el Sacerdote Jesús César Silva Méndez, junto con un grupo de 15 muchachos de 13 a 15 años, siembran la semilla de lo que años más tarde se convertiría en un auténtico movimiento social, que adquiere identidad a través de sus comunidades educativas.
Ali acudiría diferentes  niños  menos favorecidos  de  distintos países  y  diferentes etnias. Bajo el amparo educativo y financiado  por diferentes estamentos oficiales, Benposta se erige  como una comuna de niños desfavorecidos  económicamente.
El fin es unirlos  bajo la carpa del  circo. Cuando  su fundador  tuvo esta idea, le tildaron de loco, pero logro conseguirlo y  que permaneciera su sueño durante   cuarenta y cinco años  después.
Una ciudad para y por los muchachos, donde  sé autogobernasen ellos mismos. Una utopía difícil de encajar  en   la sociedad del momento.basada en una disciplina   para militar que ejercían sin piedad, tanto los mas mayores, de dieciacho años, como  progfesores   externos.

 Teóricamente en  Benposta sólo existían niños y niñas, y como tales debían ser considerados.
 
Nafo, a sus escasos nueve años, no veía mas allá de sus narices, y pensó que dado que su familia era humilde, allí tendría la oportunidad de estudiar, prepararse para una vida mejor. Aunque   la idea  que  se fijaba en su mente era la de ser  un artista en el circo. Y  pensaba que si tuviese aptitudes  para ello, dado que los que  carecían de ellas, se relegaban a uno de  los tantos oficios que pululaban por la ciudad.
Los niños se acercaron a la verja, y le observaban de reojo. Un nuevo niño entraría en aquella ciudad, y solo sentían curiosidad por  ver como seria. Su madre  cambiaba  sus ahorros, por la moneda de la ciudad: La Corona.
Esta acción la realizaba a hurtadillas  de su hermana que no se perdía detalle. Ya que Dolores había vaciado  una caja que guardaba  debajo de su colchón, y ahora ala entregaba en la aduana. Nadie  sabio que  Dolores había estado ahorrando, desde que Nafo decidiera ir a la Ciudad de los Muchachos.
Lo cierto es que la finalidad  de aquel ahorro, no había sido para  este menester, pero al final  el objetivo fue lo suficientemente justo. Y cuando aquel  jovencísimo guardia, le recogía hasta la ultima peseta,  ella sentía que  había hecho lo justo para que a su hijo no le faltase de nada.
Tras esto, le hicieron  firmar unos documentos, donde rezaba:
Pasaporte de Benposta
Ese era el único documento que seria útil dentro de la Ciudad. Un pasaporte propio  e intransferible.
Una vez  concluidos los tramites, Dolores se acercó a su hijo, rodeándoles con el brazo  y dándole un sonoro beso, que el rechazo al instante, ante las carcajadas  de los otros niños que observaban desde la puerta.
Dolores hizo caso omiso de su desprecio, y le dijo en un tono muy bajito:
-Mira, Nafo,  quiero que sepas, que nosotros te queremos, y que ha sido tu decisión y no la nuestra la de traerte aquí.
....
Hizo una pausa, como para tomar aire y continuo..
-Pero  también quiero decirte que  no tienes porque quedarte sino quieres. Que siempre tendrás la puerta abierta para volver. Solo llámanos por teléfono  y te  vendremos a  recoger.
Nafo les escuchaba en silencio, casi de hurtadillas, pero sin prestar demasiada atención  a lo que decía su madre. Estaba más pendiente que de aquel grupo de chavales que no hacían mas que reírse.
Sin ser casi consciente de la despedida, se vio  solo, con una gran maleta  y dos guardias  que le conducían al chalet.
El chalet, en realidad eran dos  pequeñas casas, donde habitaban  los más pequeños. Los alevines, en una los niños y en las otra las niñas.
Estos pequeños, convivían con dos cuidadoras. Una de ellas, una mujerona  de mediana edad  aunque bien conservada  les salió al encuentro.
Contoneaba  su  gran culo, a sabiendas que las chicas la observaban. Se le  tenia bien creído aquella mujerona.
Recibió a Nafo con una gran sonrisa m, donde destacaban  una   blanca dentadura. Condujo a Nafo  hacia el interior del chalet, donde  la otra cuidadora  saluda  a Nafo con dos sonoros besos.
La segunda cuidadora no era tan guapa  como la primera, pero tenia pinta de ser m buena mujer, cariñosa y amable.
Las funciones de las cuidadoras tenían un amplio margen de  actividades durante el día, desde colocar la ropa limpia, hacer las camas, cocinar  y la limpieza del chalet.
Pero cuando Nafo llego al chalet,  a pesar que solo observo a  estas dos cuidadoras, pensando que donde estarían los niños que no aparecían, alguien que  era más famoso por sus fechorías, que  por su buen hacer  le  miraba  detrás de la puerta del chalet.
Era  un niño, de cara salpicada de pecas, pelo  rizado  y  una gran ristra de dientes torcidos. Era  bastante poco agraciado,  y unas grandes ojeras marcaba su  menudo rostro.
Su nombre era Sergio, y era  en estos momentos la  máxima autoridad en el chalet. El jefe  de aquella  pequeña tribu de  pequeños.
Su palabra era la ley  en aquel pequeño rincón, y las cuidadoras hacían la vista gorda ante las actitudes del muchacho. Pensaban en su ignorancia, que  si  mantenían  buena relación con el mocoso, este le pondría a todos a raya.
Así que como no querían complicarse demasiado la vida, y aquellos pequeños daban mucho la lata, Sergio era el que  les podía mantener  en orden.
Pero para su estrecha mentalidad, Sergio que hasta  ahora se creería el rey, la llegada de Nafo, no fue muy  bien recibido. Él  le vio desde el primer instante como un posible rival que le podría desbancar del trono.
Y claro esta, no congenió en absoluto. Nafo era un niño rebelde, a acostumbrado a salirse con su  voluntad  y Sergio  no estaba dispuesto a dejarse avasallar  por un recién venid de la calle, que encima era un año menos que él.
Así que decidido que  Nafo debería  aceptar el papel  de vasallo, y no  el de competidos.
Se enfrentó a Nafo, desde el primer momento. Tanteo  como imaginaba el que podía ser, y  solo entrecruzando  unas palabras, fueron suficientes para declararle la guerra.
..Pero fue su  gran error, no-tenia ni idea  con quien se las gastaba  aquel menudo.
 
Angels Vinuesa
 
 
 

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Angels Vinuesa Fernandez.
Publicado en e-Stories.org el 07.12.2006.

 
 

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