Maria Teresa Aláez García

Me gustaría....

Me gustaría acariciar tus pensamientos

Con tu cabello durmiendo en mi regazo.

Y dibujar tu risa en tus mejillas

Eliminando el camino de tu llanto.

 

Me gustaría abrazar toda tu pena,

Y hacer mis pies vagabundos de tus pasos.

Cautivar con mi razón tus desvaríos

E iluminar tu divagar en solitario.

 

Me gustaría interrogarme en tu mirada.

Y comprender el mundo en tus pupilas.

Pensar tus mismas ansias con tu mente.

Sentir tus carcajadas y alegrías.

 

Me gustaría ser poro de tu piel,

Y cuidar de tu  rostro día a día.

Protegerte del viento, el frío, el sol,

O de la herida que tus manos cuidan.

 

Me gustaría saciar toda tu hambre.

Comer por tus papilas gustativas.

Sentir el paso de tu agua por mi pecho.

Y refugiarte de tu comida tibia.

 

Me gustaría escuchar en tus oídos

esos sonidos que te llenan al alba.

Impedir que te maltraten los instintos.

Y apaciguar lo que hiere tus entrañas.

 

Me gustaría oler tu café limpio.

El aroma caliente de tus sábanas.

Y evitarte los desaires tristes

Que cada día agobian tu mirada.

 

Pero más me gustaría ver tus ojos

Y secar las rutas de tus lágrimas.

Acompañar tus manos cada noche

Y devolver la esperanza a tu mañana.

 

Escuchar tus palabras cada dia

De tristeza, de ira y de nostalgia

Y hacer de cada una de ellas luz de otoño

O primavera alegre y necesaria.

 

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Me gustaría recibirte en mi regazo

Y dibujar tu rostro con mis dedos.

Verte salir temprano en la mañana

Y recibir de noche tus silencios.

 

Me gustaría ser tú y no ser yo

O ser tú y ser yo los dos en uno.

O no ser dos iguales sino vernos

cada día de nuevo conocernos..

 

Y ser externa y consolar tus miedos

Y que no te agobien las tristezas.

Y ser interna y provocar tus risas

Y que te veas seguro en tu tibieza.

 

Me hubiera gustado ser tu apoyo,

Ser tu luz, tu cobijo y tu calor

Ser tu amparo, tu consuelo y ser tu arma

tu defensa, tu escudo, y tu valor.

 

Demasiada ambición hizo caer

Un castillo de aire y de cartón.

Y ahora sólo quedó la tibia luz

De una estrella que palpita en un rincón.

 

No descartes el fulgor de aquella lámpara

que destaca en lo oscuro con vehemencia.

Cuando desees aquello que te falta

No lo dudes. Acude. Piensa en ella.

Porque sólo con una letra tuya

Tornará a resurgir para tu vuelta

 

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 31.12.2007.

 
 

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