Maria Teresa Aláez García

Han sido treinta años

HAN SIDO TREINTA AÑOS.

 

Han sido treinta años que has vivido

y que parecen pocos, lentamente,

has visto pasar el tiempo en tu silencio

y al llegar a tu lado, quedamente,

te has ido apartando de él, para no verlo.

 

Hoy ya son treinta y uno. Esta mañana

me levanté temprano para verte,

para pensar en cómo celebrarla

y en estos seis años juntos, casi siete

recordar unidos antiguas jornadas.

 

Ya no es adolescente tu vida. Ya es madura.

Vives la juventud de los rescoldos

pero la juventud madura es tierna,

es dócil, responsable, viva, entera,

disfruta más de conocerlo todo

porque ahora todo mucho más lo piensa.

 

Fue poco el tiempo que nos tomamos juntos.

Nos dieron mucha prisa en nuestro entorno.

Nos conocimos y lo dejaste todo,

viniste hacia mí casa en un suspiro

y en un suspiro, boda, trabajo e hijo.

En dos años nos lo dijimos todo.

 

¿Fue todo? No, no lo fue. Fue ese comienzo

que en todas las uniones es inmaduro

que hacen las pasiones más fogosas

que hacen olvidar los tiempos duros.

Que no nos conocimos lo acordado

y que hizo salir otras personas

distintas a las que se miraron

aquel día que unieron sus manos.

 

No sé por qué corrimos. Por los otros,

por guardar apariencias no existentes

porque el nuestro fue amor tranquilo y puro

nacido en letras de charla y de impulsos

eléctricos, de módem y de cables.

 

Nació el pequeño al año de casarnos,

tampoco tuvimos tiempo de vivirlo.

Corren los minutos en carreras locas

de agujas y saetas, de trabajos y casa,

de limpiezas, pañales, sin dormir, con desgana.

 

En esto vino ella. Yo no quise saberlo.

Yo quise que pasara todo sin conocerlo.

Pensé que era una crisis en esos cinco años

y que se pasaría como tantos enfados.

Pero tú te empeñaste en vivirla ante mí

y yo me volví loca aunque sin frenesí.

 

Ahora, en parte, da igual. Hoy es tu cumpleaños.

Hoy estás junto a mí. Unimos nuestros brazos.

Vivimos junto al niño estos momentos fieles

de familia feliz, aunque no sé si sientes

que ya no somos los mismos, que ahora ya ha cambiado

el modo de pensar, de actuar y de amarnos.

 

Esta mañana tu hijo contento ha despertado

a su padre cantandole el feliz cumpleaños.

Hoy quiero regalarte conocerme algo más

y quiero que se abra un poco esta distancia

que nos hundió en tristeza . Falló la confianza.

 

No puedo darte todo. No sé aún qué esperar.

Sólo quiero que sepas que te miro y te siento

y quiero descubrir en tí aún algo más

ya no de lo perdido, si no el espíritu nuevo

que estos treinta y un años que cumples este día

me dan un hombre nuevo, distinto al que quería

y al que quiero coger, de nuevo de la mano

y pasear por la playa cuando haya contrabando.


Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 15.03.2008.

 
 

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