Aún hoy no espero que me toque ese camino.
Pero no dejo de tenerlo bien presente.
Dos mil pares de pasos. No se queda ausente
Mil pares rojos van pasando muy deprisa.
Los espejos destrozan con crueles mordiscos
la piel de la máscara proscrita y occisa
que huele a prostituta y a mentira lisa.
Rostro infame lleno de delitos ariscos.
Para los otros mil aún queda un cierto tiempo.
No mucho. El totalmente libre y necesario.
La oscuridad no oculta mi podrido cuerpo
y deja al descubierto mi lerdo destiempo
en blancas capilares vías de extrarradio.
Salgo a la luz. Miro y desdoblo aquella esquina
que deja abierto el paso a esta última hora.
No tengo miedo. Tiembla una posible inquina
y un niño solo y ciego, con firmeza, llora.
No dejo una ruta fría y desoladora.
.Va llegando el momento y programo el viaje.
Quiero ir de vacío dejando en la tierra
de olor contenido, la brisa de la sierra
trocando en gladiolos los cardos del bagaje
y la luz renacida del que, sordo, yerra.
Suenan los engranajes que distancian mi fin.
Separan los vagones de épocas taradas.
Se acabaron los años de las mascaradas.
Quedan pocos milímetros cerca del confín
que limita el abismo de muertes cercadas.
Ara algú ha vingut a per la meua estima.
Ara prop de la fí s’ocupa del temps perdut.
Com no ha conegut de mi, gens de mi ha volgut
No li diré a ningú que al minut que s’arrima
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 09.04.2008.
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