Gustavo Fernandez
El Corrupto Bueno
Hoy cumplo un año viviendo en la India y no pienso irme, estoy por el
norte, lejos del bullicio en el estado de Uttaranchal, en mi pueblo hay
una mayoría de hindúes y yo soy de los pocos que no cree en nada. Hasta
hace poco nadie me molestaba ni por mi fe religiosa, o mejor dicho, mi
inexistente fe religiosa, ni por mi condición de extranjero, pero desde
hace poco todo cambió. Comencemos por el principio, cuando llegué de mi
país a la India, no tenía una profesión definida aunque si tenía varias
ideas, más ideas que rupias, así que compré una pequeña granja y me
convertí en una especie de granjero, tenía mis gallinas, mis cerdos, mi
pequeño rosal y una vaca autorizada (en este estado Indio hay que
registrar a las vacas por ser sagradas y son inspeccionadas
mensualmente). Vendía una vez a la semana mis productos (huevos, leche,
rosas y de ves en cuando, un lechón). Pero el mes pasado, todo cambió.
Cuando iba con mi carro cargado de productos rumbo a un mercado en un
pueblo cercano, en un control de carretera, me para un grupo de
personas que parecían soldados, inmediatamente me obligan a bajar y sin
mediar palabra me registraron y ya que estaban revolviéndolo todo, me
robaron todos mis productos. No conformes con lo poco que tenía, me
pidieron más. Ya no me quedaba nada y menos dinero, comencé a ponerme
nervioso y a hablarles en español, y al verificar mi extranjería, se
les ocurrió la idea de visitar mi granja, la granja del extranjero,
para ver si podían rascar algo más. Yo estaba muy nervioso y me había
dado cuenta que a los que a mi me parecían soldados, eran de una
milicia contraria al gobierno, aunque conocía que había grupos de
estos, en la zona nunca me había cruzado con ellos. Yo tenía claro que
era un grupo de mercenarios y ladrones, vacíos totalmente de cualquier
ideología. ¡Como hubiera preferido que hubieran sido soldados corruptos
del gobierno que con 200 rupias te dejaban tranquilo!. No podía hacer
nada y decidí llevarlos a la granja, darles los poco que tenía y que me
dejaran tranquilo. Y así pasó. Llegaron, robaron, mataron a las
gallinas, a mis tres cerdos y a la vaca; subieron todo a mi carro y se
lo llevaron todo junto a mi viejo buey. Y eso es todo, no puedo irme de
la India, y no solo porque me siga pareciendo maravillosa, en realidad
no puedo porque escribo desde la cárcel, no puedo irme. ¿Mi crimen?,
matar una vaca. ¿Mi sentencia?, 5 años de prisión.
- ¡Pero si vos no la mataste! -, me dijo mi viejo desesperado desde Argentina, en la única llamada que pude hacer en un mes.
-
Ya lo se papá – le contesté sollozando – pero es que cuando vinieron a
hacerme una inspección a la granja, no encontraron a la vaca, no me
creyeron la historia y no tuve ni 200 rupias para sobornarlos.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Gustavo Fernandez.
Publicado en e-Stories.org el 15.04.2008.