No destrocéis los
futuros dibujados en mi mente.
NO.
No, no borréis las
líneas definidas para mí en mi conciencia.
No, no por favor.
No introduzcáis
caminos ciegos en las rutas de mi siembra
No, no, no.
No desviéis el
crecimiento de las semillas
de mi siembra.
No matéis las aves
que pueblan mi cráneo
ni vaciéis sus
nidos de palabras, versos y melodías
de mi vientre
de sus polluelos
de mis hijos
de mi eternidad.
NO.
No estranguléis mis
gritos con vuestras hazañas
que no son más que
faltas
de conciencia.
No empañéis el
espejo de la realidad
con vuestras
falacias.
No coloquéis en mis
entrañas el cepo del hambre.
No interrumpáis el
crecimiento de mi descendencia
entre ladrillos de
esclavitud.
No, no sois
poderosos, sois hombres,
sois buitres,
cuervos, hienas, serpientes, cerdos.
Arrancáis las
perlas de las manos y las bocas
de las mujeres
ostra, de las damas de nácar.
Introducís en ellas
el semen de la falsedad violentamente.
Dejad volar sus
plumas azules
de puntas blancas e
inocentes.
Permitid que el
carisma esmeralda de los niños
cristalice en
bellos collares de reales promesas.
Que Zaratustra
hable ante la aparición de nuevos soles en sonrisas de bello color.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 25.04.2008.
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