Maria Teresa Aláez García

Blues 3. Verde.


Persigo mis propia inquina
con ceguera voluntaria.
Me ha tocado una fortuna
lapidaria.

Me rebelo ante la suerte
que dirige mi destino
y me niego a seguir fuerte
ni camino.

Soy guardián de las tristezas
y desidias de los hombres.
Recojo las sutilezas
de sus nombres.

Reconstruyo vidas ciegas
que se fueron al olvido
de raigambres solariegas.
Malvenido.

Un peso infinito lucha.
Luz de baldía simiente.
Un grito que no se escucha
en mi mente.

Tras caer con vil malicia
y posterior sublimado
el apoyo a la caricia
ha olvidado.

Diamantes, en carbón tornan
entre engaños y matojos.
Grandes heridas se forman.
Pasos rojos.

Y mi herida, cordialmente
nutre y ama  con fervor
que requiere, aquella gente
con temor.

Luego adiós. En mis arbitrios
ya no existe marcha atrás.
El dolor por mis delirios
va detrás.

Sentiré entre la congoja.
La empatía no se irá.
La paloma de luz roja
volverá.

El sol camina despacio
para ocultar mis temores
y la noche en su prefacio.
Resquemores.

Encontré hoy, hambriento,   un hueco
entre los hoyos de mi alma.
Cubriré con llanto seco
la azul calma.

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 10.07.2008.

 
 

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