Maria Teresa Aláez García

Frío

Tengo frío.

 

Un frío intenso, sobrecogedor. Un frío  que se extiende por mis músculos como si fuera un mar eterno que va abarcando todo el terreno que encuentra a su paso, se va apoderando de él y va volviendo la materia de color azul grisáceo, como una inmensa ola. Poco a poco lo negro, lo marrón, lo oscuro, se va tiñendo de azul y de tristeza, de gris y de melancolía, de un techo allá en el horizonte, negro, que parece que endurece el mismo cielo, como si la atmósfera se volviera sólida o los límites de la tierra, de noche, se cerraran para impedir que nos caigamos al vacío.

 

Quisiera volar y salir de este inmenso frío. Dejar en la tierra las maletas con los sentimientos que me hacen sentirme más miserable y alzarme al infinito sólo con la esperanza.

 

No me es posible. Mi cerebro quiere pegar un enorme salto y me enseña que hay espacio de sobra, todo el del tiempo, pero no puedo hacerme con él. Me quedo aquí sentada con mi mezquindad, mi dolor y mi torpeza.

 

A cada momento que abro los ojos, la realidad tiene un tinte nuevo para mi, un nuevo color. Cada situación, de repente, tiene otra interpretación distinta de la anterior y nunca se con cual quedarme, porque si en este momento me siento enormemente triste y vacía, con el frío por compañero, la soledad por destino, la oscuridad por techo y el desaliento como arma, en menos de una hora, de repente, si me duermo, puedo despertarme y ver la vida de color rosa sólo porque al descansar los procesos de mi cuerpo han podido completarse y pueden dar un resultado óptimo.

 

Quiero estar por encima de todo eso.

Quiero dejar que mi cuerpo trabaje pero yo seguir siendo yo al margen de los cambios hormonales. Que la vida transcurra y seguir siendo yo. Que la gente realice sus tareas y seguir siendo yo. No sentirme afectada por nada, porque entiendo que todo ha de seguir su curso. Incluso las burlas y los rechazos, las mentiras, las actuaciones, los engaños, la gente con mala conciencia, la gente violenta, la gente que no tiene reparos en practicar lo perjudicial, todo es necesario porque en la vida los procesos se han de continuar y unas cosas han de vivir y otras han de morir y unas han de sufrir y otras han de disfrutar.

 

Mientras tanto el frío sigue haciendo su trabajo. Fuera, cierto, ha descendido la temperatura y hay hielo; estamos en invierno, casi. Es normal que la naturaleza comience su proceso de dormición para poder renacer posteriormente. En mi interior, se procede a la congelación. Poco a poco voy sintiendo cómo se me duermen las manos, las piernas, los brazos, pero el dolor intenso no permite que mi pecho pueda adormecerse también. Palpita y palpita la ansiedad sin descanso.

Palpita la decepción, el descorazonamiento, el sufrimiento, el no entender nada, el no poder disfrutar nada. Con mi imaginación intento, entonces, hacer que ese sufrimiento baje y se vaya quemando en mi caldera interna y que dé energía para dar luz, que es necesaria la luz, la vida, el calor, el cariño. 

 

No puedo, no es posible.

 

Mi cuerpo no quiere que risas de grises cuchillas arranquen la vida para destrozarla luego.  No consiente que las caricias de acero arrebaten la sonrisa sincera. No puede permitir que los vampiros trajeados y bien educados que caminan sintiéndose algo en esta tierra, desaprovechen algo que no va a valorar.

 

Es mi mismo cuerpo, mi mismo cerebro quien obliga a la suspensión de mi vida.

Es él quien toma las medidas necesarias para evitar que se malogre otra esperanza. Es él quien va escarchando mi risa, quien va enrollando el camino que se ha recorrido y levanta la alfombra programada para que las huellas degeneradas no la horaden con las pezuñas que las marcan. Igual ni siquiera son pezuñas. Son manos de cerdo, pies de cabrón, risas de hiena, rastros de víbora, patas de buitre, marcas de cucaracha. O una invisible danza de tentetieso. O una horda de hemiliáceos muertos vivientes que no saben ser felices e intentan impedir que los demás disfruten lo que ellos en sus obnubiladas mentes no entienden.

 

Me alegro de que la naturaleza sea tan sabia. Puso durante unos meses un hilo de esperanza y alegría para que hoy pudiera realizarse una acción que ha sido provechosa para mucha gente buena y sincera. Y hoy, por fin, ha roto el hilo y me ha pedido que me retire.

 

Vuelvo a retomar mi cordura.

 

Pero claro, todo tiene su precio. Y es un precio desolador, frío, muy frío...

 

Ya fui. Ya volví. Ya bajé y toqué fondo. Ahora subí. Y a correr, correr sin parar, sin volar, con todas mis fuerzas. Al abismo, al frío abismo del frío y del dolor. De cabeza.

 

A mi alrededor todo es muerte. En mi presencia rutina. En mi entorno supervivencia. Pero no hay vida que dé aliento a la vida.

 

Y si hago algún cambio… dejaré muerto lo muerto y dirigiré mi mirada a quienes permanecieron contra viento y marea, contra tempestad y calma, contra cambio de humor y contra frío desprecio, cuidando el fragor de la hoguera.  Sólo ellos hacen que la tierra gire y que siga teniendo color y luz el amanecer.

 

Los zombies siguen muertos aunque caminen, coman, forniquen, se rían y beban. Lo malo es que tienen la costumbre de arrancar los ojos y de comerse las vísceras de los vivos y disfrutan con ello. Lástima.

 

© Frío. Alarma.

http://es.youtube.com/watch?v=FBmQSCIPFL8

 

© Frío. Los secretos.

http://es.youtube.com/watch?v=7ztXEuJVEzk&feature=related

 

© Cold. Kirtash o Chris Tara

http://es.youtube.com/watch?v=eefXy2klIAg

 

© Cold cold heart. Norah Jones.

http://es.youtube.com/watch?v=rT3UyQg4tPk

 

© Coming in from the cold. Bob Marley.

http://es.youtube.com/watch?v=V2hBojEfD1g

 

© Ray Charles y Betty Carter  Baby it’s cold outside.

http://es.youtube.com/watch?v=G5Rbkcxiibw

 

© Thriller. Michael Jackson.

http://es.youtube.com/watch?v=AtyJbIOZjS8

 

 

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 11.10.2008.

 
 

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