... de tu cuerpo a mi cuerpo, Fenicia, relámpagos;
de mi cuerpo al tuyo un río, un beso en vendaval, una marea;
¡ … cómo te he amado y cuánto !
¡ cómo fue aquel temblor de rosas abiertas
y qué ambrosía cosechó en tus pechos la furia de mi aliento !
... es difícil recordarte y no obtener un instante hermoso
de luz por la memoria;
… éramos un hombre y una mujer, un hálito, un rumor, un cántico,
un eco solo y purísimo ¿ te acuerdas ?
fuimos una vez;
… hasta el alba de un día cualquiera en que ladraron los perros,
y, sin cansarse, toda la noche estuvieron ladrando, ladrando y ladrando;
aún brillaba la luna cuando, cerca de la madrugada,
se alejó la jauría con la muerte.
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Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Antonio Justel Rodriguez.
Publicado en e-Stories.org el 11.11.2008.
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