Soy piedra. Y de piedra revisto el camino
Y el silencio que abandona mis entrañas.
Entre piedra envuelvo el aire en los abismos.
Color de marga, de sílices y de ámbar.
Y en piedra torno todos los pensamientos
que compartimos. Todos los sentimientos
que reinventé entre mis ensimismamientos.
La magia blanca de los encantamientos.
Piedra en la mente. Caliza en el semblante.
Pétreas gotas de sangre entre las venas
Ni dentro de ellas ni viajando constante.
En la miseria brutal de las arterias.
Había algún corazón. Y en rubí quiso
Vestir las lágrimas de melancolía.
Más careció de fuerza y caudal preciso
Para, en ónice, mostrar su vil valía.
Tras esa ciega mirada de la estatua,
roca férrea que existe, sempiterna,
alguna gota de azogue le da vida
sabiendo que su ceguera será eterna.
No durará por los siglos de los siglos.
El viento, el tiempo, la lluvia, el sol de fuego
mostrarán de sus durezas otros signos
De decadencia, de su ecuestre y falso ego.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 30.12.2008.
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