Antonio Justel Rodriguez

Horóscopo constante

 

 

… y es tu aliento, amor, el viento interminable que me quema,

el triunfo y la derrota, y, en la noche,

el álgido mensaje de tu hoguera;

… y no aparto mi boca de su alcance, no por la herida que me sube hasta las sienes

ni el horno en que transforma mi cabeza, sino por esa batalla sin luces

que martillea en los huesos y me contorsiona el alma;

… tu carne trigo y nácar, espuma y alabastro, resume un universo

de diosas y de ofrendas;            ;

hoy estás conmigo sonriendo, eludiendo el aire calcinado de olvidos y de  adioses;

en mi hambre loca como y parto los dones de tus frutos,

y son tus labios la fruta más madura de tu árbol

que lentamente se abre  para dar cabida a todas las  esencias de la tierra;

mas sé que tu mirada penetra entre mi vida como marea profunda

y rueda y enloquece hasta confundir las cosas más sencillas;

y así yo te confundo con el mar, con las flores, acaso levadura engendradora,

acaso el misterio del sol sobre una gota de rocío;

  amada y amadora, los astros se trastornan en torno a nuestro día

hambrientos de la noche, mientras ruedan los relojes con sus pies de espada

camino al infinito;

quiero sentir sin perdones el calor del bien dotado refugio de tu pecho,

donde la armonía se ha centrado en formas diminutas, donde el sol, centelleante,

no ha alcanzado las cúpulas gloriosas;

amo tus pies, tus manos y tu pelo porque abarcan todas las constelaciones;

amo el movimiento imperceptible de tu cuerpo porque tiene el ritmo melodioso

de los héroes, y amo tus lágrimas sobre todo porque son, amor,

un poco de tu cuerpo que se pierde;

… te amo en todos tus principios, en todos tus extremos;

amo la forma caprichosa con que el destino te enmarcó en el tiempo;

amo la mente diáfana que quiso concretarse en como eres;

y amo al sol, la luna y las estrellas porque ingentes giran en torno de tu frente;

… amor mío, la luz nos funde en el crisol eterno derramando hermosura por sus bordes,

y mientras el mundo se hostiga y atormenta, nosotros amasamos el pan de cada día;

no importan huracanes ni rumbos ni galernas, nuestro navío es el puente inmenso

entre las olas, capaz contra la muerte al cruce de su estela;

te amo en la grandeza de mi escasa fuerza, sin nombres de deidades,

sin nombres de potencias, te amo, oh flor mía, porque me guardas en lo profundo

de tus pétalos;

… y aunque se rompa este prisma y nos acechen las furias,

recuerda que también el sol se nubla y llora tras las nubes, y sus lágrimas, vírgenes,

transforman cardos en brotes de azucenas.

 

 

 

http://www.oriondepanthoseas.com

(Weblog literario: poesía, relato, novela, filosofía y otros)

 

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Antonio Justel Rodriguez.
Publicado en e-Stories.org el 09.02.2009.

 
 

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