En el bies del cielo
tus manos, cubrí.
Pasaron las horas
y te vi partir.
Las hojas rozaban la piel de tu cuello.
Tu camisa, rota, del febril esfuerzo,
contenido impulso,
tímido, andariego,
que se oculta en sombras de miedo y sospecha
ante las miradas de otros silencios.
Pupilas chispeantes de odio y de fuego.
Y te vi partir. El viento en tu pelo.
El heno en tu aire.
Los árboles lloran con rostro inquietante
con corteza honda,
corazón de ébano, sabe al mes de abril.
Allí me dejaste, nadando en mis ruegos.
Ni fui temerosa.
Ni siquiera un beso.
Dos manchas venosas en sendos lamentos
de tul y de gris.
Entre la cañada
encontré hondo lecho
y te vi partir.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 03.03.2009.
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