HIPOCRESÍA
El rostro claro, tranquilo, diáfano.
Alma oscura y rota, cerrada en cadenas.
Sonrisas abiertas, brillo de prestado.
En las intenciones, los cuervos rondando.
Las manos llenas de bondad y ayuda.
El corazón negro de envidias y dudas.
El pelo es tan claro como las ideas.
Los labios, mentiras ensartan en perlas.
Los ojos, sinceros, miran hacia el frente.
Ocultan las breas de pudrienta mente.
¡¡Oh!! ¡¡Bella persona, sensible y tan buena!!
Destapa la piel y saldrá la hiena.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 02.04.2009.
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