EL CAMINO DEL REY.
Esta mañana, navegando por You
Tube, encontraron un video acerca de unos alpinistas que seguían una ruta algo
intrincada y peligrosa. Si la ruta es difícil de seguir de por si, mucho mas
por las condiciones en las que se encuentra.
Se trata del llamado “Caminito
del Rey” que se encuentra en dirección a la presa del Conde del Guadalhorce en
el desfiladero de Gaitanes que se encuentra en Chorros, en Málaga. Fue un
camino construido para facilitar a los obreros el paso para la construcción de
los Saltos de Gaitanejo y de Chorros y su mantenimiento y vigilancia así como
para la Presa.
Cuando la presa se inauguro, se
dice que el rey Alfonso XIII pasó por este “caminito” o al menos lo visito. Es
un caminito que tiene acceso desde la vía del ferrocarril y sube hacia ambos
saltos.
Desde luego el paisaje que se ve
desde dicho camino, es precioso. Se encuentra a nada menos que a 100 metros de
altura, circulando por unas paredes verticales y sobre el río Guadalhorce. Pero
que a nadie se le ocurra tirarse desde allí al río. El paso por dicho caminito,
ya de por si, es peligrosísimo.
Escuchaba yo algunas piezas de
una compositora austriaca que me gusta muchísimo, Olga Neuwirth y completando
el texto que comencé la noche anterior, cuando me pasaron el video. Me dispuse
a visualizarlo y la verdad, no se si fue la música o el terror que me dio ver
el video, que me he puesto hasta enferma. Quizás fuera el calor o el cambio de
temperatura. Pero lo que no he hecho nunca, cuando he ido al monte es no
llevarme seguridad y desde luego, hacer el loco. A mi me pueden llamar cobarde
pero como vea que una acción requiere un gran riesgo, o me busco salvavidas o
seguridades o yo no me meto en ello.
Se ve que han muerto al menos
cuatro alpinistas que han pasado por allí. Y no me extraña. La Junta de Andalucía
ha mandado tirar abajo la parte inicial del camino pero aun así, siguen
escalando para recorrerlo.
Se trata de una plataforma finísima
de cemento que no se apoya en vigas transversales, para colmo, sino en vigas paralelas.
Las vigas transversales, las pocas que hay, solo sirven a un lado y al otro
para sujetar un poco las placas de cemento. El ancho del camino es de un metro.
El largo, de cerca de trescientos. En algunos lugares falta camino y hay que
pasar por la viga que esta oxidada y en un estado lamentable. Para asirse o
cogerse con el mosqueton y auxiliarse con el braguero, hay pedazos de baranda
aislados o un cable en la pared que sigue el mismo recorrido que el camino.
Y el ver a los afanados
montañeros, sobre todo al que grababa, pasar como si estuviera paseando por el
parque. Unos agujeros en el suelo y unos espacios con los cien metros en picado
hacia abajo que daban aprensión. Además no se les ocurrió construir algún tipo
de valla. Bueno no se yo si la viga paralela hubiera podido con el peso de la
valla y el peso del cemento.
He leído que van a
reconstruirlo, dado que sigue siendo una atracción para alpinistas y para
senderistas. Esta bien mientras coloquen las pertinentes medidas de seguridad y
los mismos alpinistas también. Porque llevarse una mochila con una cuerda o dos
que puedan pesar al menos veinte kilos, más los cuarenta, cincuenta u ochenta
del deportista, hacen peligrosísimo el paseo por el camino.
Eso si, Las vistas,
excelentes. Una belleza aquel paisaje. Y
además hay un trecho que parece similar al que aparece en una película de
Indiana Jones y que une las dos partes del desfiladero: un puente finísimo, sin
barandas ni nada. Para presumir ante la
novia o las amigas de valor.
Y el desfiladero, para la escalada, excelente también.
Sin olvidar, claro, los pies de gato, los mosquetones, clavos y el braguero
bien sujeto. Para el rappel ideal. Pero para hacer el loco, pues no.
Da inspiración también para
escribir un pequeño relato de terror o de aventura. A ver si me sale.
Besos.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 27.08.2009.
Más de esta categoría "Vida" (Relatos Cortos en español)
Otras obras de Maria Teresa Aláez García
¿Le ha gustado este artículo? Entonces eche un vistazo a los siguientes: