Maria Teresa Aláez García

Carta para Aurora.

CARTA PARA AURORA.

Septiembre de 1991.

 

1.- El texto enviado por Aurora M.

Amanecer.

Quizás hayas perdido la esencia que te identifica en tu existencia. Quizás la vida te haya atrapado en sus redes y por eso nada tiene sentido.

Has empezado a naufragar por océanos sin límites y desesperado en la oscuridad, no encuentras el camino.

Torpes son los pasos de la desesperación por que no hallan rumbo en la razón.

Pero siempre hay una pequeña luz en las tinieblas que solo tú puedes encontrar alejándote del lamento y de la desilusión.

Porque ancho es el camino por muy estrecho que se nos parezca.

Atrapado en la noche deseas ver un nuevo amanecer, donde los rayos del sol acarician las blancas alas de las gaviotas que, sin límites, vuelan sobre los sueños celestes del universo.

Yo sueño que algún día mis alas se extenderán y seré tan libre como ellas.

Surcare los mares, las montañas y el viento me invitara a volar con el.

 

“Mi libertad me pertenece, se que me espera y la encontrare.”

3-9-1991.

 

Mi respuesta.

La Vila Joiosa, 12 de setembre de 1991.

 

Querida Aurora:

La tierra se ilumina cuando, al levantarte y al abrir los astros de tu mirada, lucen refulgentes los iris de tu inocencia y tu candor . Los colores se vuelven ternura y candidez; la suavidad pastel de tus mejillas refleja la vistosidad de los sentimientos matutinos que tintinean con tenue palidez ante los brillos sonoros de tus sonrisas.

El agua charlotea tu belleza y tu encanto a los cuatro vientos, para anunciar la sinceridad de tu corazon y la fidelidad de tus encantos, ofrecidos ante el marmoreo altar de la dulzura que recoge el azabache encanto de su sensible cabello.

¡Cuánto quisieran las flores aparentar un minimo de la calma de tus pomulos, de la generosidad de tus manos, de la afable sutileza de tu cuerpo, de los sensibles movimientos que contonean y alegran el aire por donde pasas!

Tu embelleces el camino. Adornas el paseo de los astros y dulcificas la dureza de las piedras que se trocan en vergeles de esperanza y oasis de felicidad para los que, en la calma matutina, se encaminan a los frios sitios de trabajo que se alegran, nostalgicos, con el recuerdo de tu ausencia.

Vive para darnos esos amaneceres y no sufras por nuestros crepúsculos. Ellos no seran sin tin aunque tu fueras por ellos.

Con cariño.

M.

 

 

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 01.09.2009.

 
 

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