... y es que aún, aún puedo ver;
puedo salir a la calle y hallar camino, entibar o acribillar el pecho,
bruñir el corazón, destruirlo,
y aún, aún puedo recordar;
… por tanto, frente al cielo puedo empeñarme aún en su luz y hondura,
en la vertebración que tuve cuando el mar ardió y de mí sólo quedaron
el lecho y las orillas, y del inmenso horror - cual suprema desnudez - las tapias;
y es que aún puedo dirimir una batalla o guerra y ganarlas,
desgarrar los velos, asomarme al otro lado del mundo y observar si algún hermano vuelve
por el camino del rey;
… puedo, puedo hollar el dolor e implicar en él un serio reto y su virtud;
en realidad podría caminar sobre piedra abierta y acercar con las manos
los hierros candentes del espíritu;
aún, aún puedo hacerlo aquí y así, ahora;
…y en ello, y por ello, es que auspicio el fuego y la esperanza.
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Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Antonio Justel Rodriguez.
Publicado en e-Stories.org el 14.09.2009.
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