Oh, Dios, que sois en los cielos poderoso!
La súplica escuchad de un implorante
haced que este camino de delante
no sea pedregoso.
¡Oh, vos! Salir dejadnos del gran foso;
que la vida, tal que un infiel amante,
convierte en desdichado al más currante
y en rico al más ocioso.
Por ventura, tened la compasión
de reconstruir nuestra amada tierra;
y al hombre haced mejor de corazón.
Que mientras mi poema al mundo yerra,
mujeres y hombres sufren sin razón
las crueldades de una vida perra.
Iraultza Askerria
http://iraultzaaskerria.wordpress.com/
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Iraultza Askerria.
Publicado en e-Stories.org el 24.08.2010.
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