¡No eres digna de Guaraxíraxí!
¡Perturbas el paraíso!
¡Ni perteneces a los bimbaches!
Tu insolencia nos hundirá en la tierra del olvido.
(Hizo como Eva mostrándole a Adán
el fruto prohibido de su existencia...)
En tu castigo, tu alma sedienta
secará las nubes de Tigulahé
y ante el lamento errante
de espíritu - vagando solo -,
desde las sombras del perpetuo desconcierto,
verás cómo la lluvia horizontal de los tiles
cristalizará en lágrimas de roca;
in situ ocultemos el deseo de tu pasión
para siempre entre las hojas del Garoé
que a partir de hoy, nacerán invisibles.
¡Porque en tu desobediencia
nos has mostrado la auténtica muerte!
¡No me refiero al puro trance del cuerpo
momificado y exaltado con huesos de cerdo,
sino al hosco mutismo de un pueblo,
donde irremediablemente nos llevas!
¡Y qué los ojos extraños, - invasores -,
nunca sepan ver el milagro de la vida!
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Vicente Gómez Quiles.
Publicado en e-Stories.org el 29.12.2011.
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