Vicente Gómez Quiles

YO CONOCÍ AL DEPREDADOR

     

 
                        Cuando vi en los noticiarios de toda España, la fotografía del homicida de Sonia Rubio, no podía dar crédito. Yo conocí a ese asesino. Y recordarlo, florecía en mí cierta grima. Emergiendo tremulantes desprecios en cada poro de la piel…
 
 
                        Por entonces, estábamos en Castellón celebrando nuestras entrañables fiestas de la Magdalena. Un grupo de amigas y amigos conformábamos la colla “Kollastre Total”. Prácticamente cincuenta socios, luciendo camisetas con xilografías estampadas caricaturizándonos en estados ridículos de embriaguez. La primera noche de fiesta consumimos totalmente las provisiones de cerveza disponibles para la semana. Doce barriles. El local empezó a llenarse desmesuradamente. Apenas quedaba espacio donde mover un solo pie. Quienes quedamos detrás de la barra apenas tuvimos algún aliviador respiro. Manuel, un miembro de la colla y componente del grupo arrasador del momento por sus letras mordaces; convenció al resto para actuar gratis. “Tom Bombadil” empezó tocando y el entusiasmo nos envolvió súbitamente. La única condición del apalabrado contrato consistió en proporcionarles suficiente alcohol. La fiesta fue incrementando, tomando connotaciones de auténtica locura y desenfreno. Aquella euforia latente se adueñó del espacio cerrado, descontrolándonos. La cola del baño era interminable y Alejandro ante un descuido, aprovechando una pausa, llegó a mear dentro de la gaita de uno de los músicos. No llegó a ingresar en urgencias de milagro. Al terminar, la muchedumbre poco a poco abandonaba nuestro garito. Nos quedamos finalmente los de siempre. Aquellos que sin mirar el reloj, buscamos cualquier excusa para evitar regresar a casa de los padres. En eso, uno me presentó a un compañero de trabajo. Ellos trabajaban en la agencia de seguros “Winterthur”. Fue entonces la primera y única vez que conocí a Joaquín Ferrándiz Ventura. La gente empezó a marcharse. Se dilataron mis ansias para seguir de marcha. Servir copas no me hizo gracia y ahora quería disfrutarlas. Propuse acudir a alguna discoteca. Se apuntaron dos amigas y Joaquín que tenía su coche aparcado cerca. Yo tenía el carnet intacto guardado en la cartera desde los dieciocho aunque con poco dinero para disponer de vehículo. Las chicas, dos hermanas muy guapas, una rubia y otra morena con los ojos verdes andaban un metro delante de nosotros. Joaquín insistía preguntándome: - ¿Cuál de las dos te gusta? Contesté: - ¡Las dos! Se echó a reír. Subimos al coche y nos dirigimos a una discoteca de las afueras, concretamente en la zona de las naves del polígono Los Cipreses. En los giros de rotonda aprecié unos ruidos extraños provenientes del maletero. No reparé en nada, ni siquiera le presté demasiada importancia a aquellos golpes secos balanceándose al dar las curvas. Luego, reflexionando comprendí que allí debía llevar todo aquel arsenal que utilizaba para amordazar a sus víctimas. Bailamos y bebimos. Cuando cerraron, se clausuraron nuestras expectativas. - ¿Y ahora qué? - ¡Vamos a mi casa! (Comentó la rubia con piso propio). Dentro del salón nos servimos unos cubatas. La morena me hizo señales y nos encerramos en una de las habitaciones. Al momento oímos un grito de la hermana. Salimos los dos rápidamente hacia el comedor. Allí estaban sentados. Ella tocándose el cuello. - ¿Qué pasa? (pregunté) – ¡Me estaba quedando dormida y éste tío me apretó fuertemente con sus manos el cuello! - ¡Pero! ¿Tú de qué vas? Me encaré al muchacho. Él no contestó, impasible, con sus manos escondidas entre las piernas, se quedó mirándome fijamente sin parpadear. -¡Vámonos! Insistí, - ¡Dejémoslas descansar solas! La hermana pequeña nos fue acompañando y empujando hasta la puerta. Volví a casa sin dar más importancia al asunto. Olvidando el incidente por completo. Hasta ese preciso instante del sempiterno bombardeo de noticias informando que habían capturado al criminal de las cinco mujeres. ¡No sé! Apenas logro entender. ¿Qué anomalías tendría ese chico en la cabeza para incitarlo a cometer esos crueles actos? La mente humana debe ser demasiado compleja para intentar averiguar el origen de unos desequilibrios que induzcan a actos de tal magnitud. Sabiéndolo, jamás hubiera compartido unas horas de mi vida con alguien así. A veces, los destinos se cruzan azarosamente creando meras anécdotas e incluso por no saber adecuadamente reparar en los mensajes te impiden reflexionar con cierta nitidez. Esa noche no le di aparente significado a los hechos. Tal vez, incluso nos vigilaron unos policías de incógnito y los cuatro actuábamos sin preocuparnos de nada. Jamás hubiera sospechado que Chimo, como lo llamaban, se dedicaba a buscar mujeres para matarlas. Me cuesta imaginar que alguien pueda encontrar placer en presenciar la muerte de alguien. En ningún momento me dio mala espina. ¿Cómo intuir que dentro de su cerebro se gestaba otro posible crimen? Sólo éramos jóvenes con ganas de fiesta. Por lo menos, eso debíamos pretender. Creo que en esas circunstancias, hasta un especialista podría dar un diagnóstico erróneo. En alguna ocasión, he vuelto a quedar con éstas dos amigas e intentamos no hacer alusiones. Borrarlo en lo más profundo de nuestro ser. También pienso en nuestra efímera suerte. Porque si la hermana mayor hubiera estado sola, realmente, quién sabe qué habría sucedido. Ahora, puedo llegar a imaginar que aquella noche, él hubiera intentado algo repulsivamente atroz. Confías que algo así no puede ir contigo, con los conocidos, nos creemos inmunes a las catástrofes, a las enfermedades crónicas, a todo lo malo porque pensamos que nosotros no podemos incurrir o caer en esos fondos pero la realidad es otra, e irreparablemente ocurre sin sospecharlo.
 
 
 

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Vicente Gómez Quiles.
Publicado en e-Stories.org el 30.12.2011.

 
 

Comentarios de nuestros lectores (0)


Tu comentario

¡A nuestros autores y a e-Stories.org les gustaría saber tu opinión! ¡Pero por favor, te pedimos que comentes el relato corto o poema sin insultar personalmente a nuestros autores!

Por favor elige

Post anterior Post siguiente

Más de esta categoría "Misterio" (Relatos Cortos en español)

Otras obras de Vicente Gómez Quiles

¿Le ha gustado este artículo? Entonces eche un vistazo a los siguientes:

SOMBRAS CHINESCAS CON UN C3 - Vicente Gómez Quiles (Cotidiano)
Heaven and Hell - Rainer Tiemann (Humor)