En todo final existe un principio
y en cada senda distintos caminos;
no hay cielos o matinales idénticos
que aunque tú volvieras sobre mis pasos
ni tú ni yo o la nada serían los mismos.
En tu llamada pende mi destino,
negros cafetales se cubren albos
como un ser de esperanza mi otro mundo
indaga desde el interior herido.
Difuminados en la noche el viento
nos arrastra sin casi pronunciarnos.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Vicente Gómez Quiles.
Publicado en e-Stories.org el 12.02.2012.
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