Enrique Serra Mateo

Papá, yo quiero ser dictador



 

 

 

 

 
PAPÁ, YO QUIERO SER DICTADOR.

 
Un buen día el papá de Manuel quiso saber de las intenciones de vida que su hijo tenía.
-Papá, yo quiero ser dictador pero con piel de cordero.-

 
De esta forma Manuel se lo decía a su padre tratando de explicar su vocación y la manera de llevarla a cabo.
Su padre escuchaba con atención al jovenzuelo impresionado por las profundas convicciones de su retoño a la vez que desconcertado por la mutación de los genes que le había transmitido.
El hijo razonaba pausadamente con una destreza inusual para su edad.

 
-Mira papá, me he podido dar cuenta entre otras cosas que se puede acceder al Mundo bajo dos aspectos, vivir para él o a costa de él. Si se decide lo segundo, uno tiene que justificarse pero yo ya lo tengo pensado, todo lo que yo haga tiene que ser para el bien de los míos. Esos míos son mi familia, mis amigos y mi Patria. Esto es lo que hay que decir aunque en realidad mi Patria son sólo mi familia y mis amigos y si me apuras mucho mi Patria es solamente YO.
Creo que llegará la noche y podré dormir tranquilo porque nadie podrá reprocharme que busque el bien para mí y los míos, a fin de cuentas ellos necesitan el amparo y protección que les pueda dar y eso está en lo natural.
 Deberán verme siempre asociado a una buena causa como puede ser una religión sólida acorde con los intereses generales y con consistencia moral. Los frecuentes actos de presencia con aspecto devoto en misas y funerales podrán dar crédito a mi buena condición. Siempre he comulgado con asco, he de confesarlo, la Sagrada Forma manoseada y luego en mi boca me produce nauseas aunque tengo mis trucos para disimularlo y nunca nadie se ha dado cuenta.
A la gente le gusta tener un dios, por eso debo ser el primero en servirlo pero sobre todo procuraré que sea mi socio, eso creo que ayuda mucho.
Llegar a tener poder es importante, da la satisfacción de conducir al redil a los hombres y decidir quienes entrarán primero para tener la mejor tajada del pienso. Los retrasados, la mayoría, buscarán mi posible indulgencia para mañana con la ventaja a mi favor de tener más hambre que hoy. De todas maneras el hambre debe ser controlada con buen tino para que no llegue hasta la desesperación porque de esta resultan hombres incontrolados y tal efecto es peligroso.
Recompensaré a mis fieles para que lo sean más y siempre guardaré en mi despensa dádivas con las que ganar siervos a los que no lo fueron, no obstante, si tengo que emplear balas lo haré por el bien común rezando por las almas de aquellos que me atacaron y suplicando al Ser Supremo los acoja en su seno porque aunque descarriados y siéndoles de aplicación la justicia terrenal deben ser comprendidos y amados como hermanos.

 

 

 

 

 

 

 

 
No tengo intención de tener afectos porque son causa de debilidad aunque ayudará el que sepa fingirlos sobre todo en el caso del trato con las mujeres que aunque su naturaleza está muy distante de la del hombre es conveniente tenerlas a bien para que ejerzan su buen servicio, al menos eso dicen.
Trataré de llevar mis más bajos instintos con la máxima discreción e intentaré, por si acaso, descubrir aquellos de los demás procurando que se den por enterados al objeto de que no puedan revolverse en mi contra.

 
¿Qué te parece, papá?.¿No crees que es un buen proyecto de poder y riqueza? Sé que esto no tiene nada que ver con tu forma de ser y de pensar y yo te admiro por ello, tendrás un buen funeral, me encargaré que te erijan un grandioso monumento para ti y para todos aquellos que son como tú.

 
Su padre había escuchado todo el discurso sin la menor interrupción tratando de digerir, estaba atónito, sin saber si podría articular palabra.

 
- Hijo mío, lo que no me queda aclarado es si quieres ser dictador-dictador o dictador-demócrata.

 
-Eso no importa papá, lo mismo que no importa el bando en que esté, no se trata de ajustarse a una ideología, lo que interesa es poder imponer mi voluntad a toda costa.
Si te digo la verdad, tampoco me interesa la política, más bien la política tiene que estar a mi servicio porque está un escalón por debajo del que yo quiero ocupar. Para poder ejercer bien mi oficio lo mejor es no tener nombre.

 
-Hijo mío, veo que tienes muy claro lo que hacer con tu vida aunque es una claridad que me asusta, pero no sabes que lo que me acabas de decir no podrás repetirlo jamás porque son las cartas de un poker que nadie puede ver salvo tú, y ello te hará andar el camino en soledad. Tampoco sabes que nunca podrás ser feliz y transmitirás desgracias a mucha gente.
No tendrás más recompensa que el ser absoluto y en ello estará tu castigo.
Hay otra cosa aunque ahora no lo creas, por mucho que escondas tus secretos habrá un día que algunos los descubrirán y por alto que estés te señalarán con el dedo.
Seguramente todo eso no te va a importar, como tampoco el que contarás con mi desprecio y mi vergüenza.
Vas a engrosar las filas de los que con o sin nombre gobiernan vidas, lugares, y cuando creas que el Mundo es tuyo sólo tendrás un alma vacía si es que aun te queda.

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Enrique Serra Mateo.
Publicado en e-Stories.org el 04.09.2012.

 
 

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