Diego Fernando Mostacilla

TIERRA FINAL

Tierra….Final
Como una película colorida miles de imágenes aparecían en mi mente, y un miedo se apoderaba de mi alma, no entendía que esto terminaría, en mi cabeza veía las chicas bailar, aquel amor sonriéndome, aquel día que mi hijo nació, el último mundial de mi selección…. Tantos recuerdos, sumergidos en el líquido agridulce que le da a la vida con su esencia de risas y llanto.
Frente a Dios no dejaba de pensar en tantas cosas que no te pude decir o que las dije de forma incorrecta y, lloraba, viendo el video interactivo de mi vida pasar frente a mis ojos.
Recuerdo que no entendí por qué sentía el galopar en mis corazón cuando en la tele anunciaban , la llegada inminente de la muerte para nuestra vida , diferencias irreconciliables entre este y oeste decían, discusiones que terminaban en la demostración de fuerza de ambos bandos , no entendía, mis amigos y yo no pertenecíamos a ningunos de los dos lados.
Corrías, yo te seguía, mi corazón te seguía, pero aún era muy joven para ir contigo donde me querías llevar. Tú me dejaste quedar, y así fuiste una de las muchas personas que sospechosamente desaparecieron en esa primavera del 2020, decían que eran los locos que viendo la venida del ultimo holocausto se retiraron secretamente a esperar la muerte en algún lugar lejano, algún refugio donde aun había agua pura… que locura el agua pura ya no existe y tú no te hubieses ido sin decirme sin ni siquiera adiós.
Las luces iban y volvían y recordaba aquella noche en que junto al mar creímos saber nuestro futuro, aquella noche en Cartagena que nuestros pies juagaron con arena y nuestros cuerpos entre ellos.
“Es hora de decidir te quedas o te vas”….la voz del padre sonaba lejana y sin embargo yo sabía que esperaba con amor mi respuesta. La tierra ahora era un lugar de recuerdos, la gente ya no vivía … recordaba, recordaba el amor , recordaba el temor, recordaba el cielo azul, recordaba el llanto, yo me aferraba también a los recuerdos, amaba demasiado la vida , la tierra, los humanos, los recuerdos de algunos humanos y no quería partir.
Cerré mis ojos en un instante de esperanza por dejarme ir, de quedar suspendido en los brazos de Dios sobre la fantasía de ver mi mundo reverdecer tan profusamente que olvide la ceremonia por web del ultimo árbol que moría, que tantos espectadores tuvo en la red, ultima forma de comunicarnos antes del gran silencio y la extraña desaparición de mi hijo, de mi madre y algunos amigos que de nuevo eran tachados de locos, porque se fueron de huida a las montañas rocosas donde no encontrarían nada.
“Señor, si voy, ¿estaré bien?, ¿los veré, desaparecerá la nostalgia y esta tristeza que nunca en mi vida entendí?. Le pregunte a él, solo hoy tenía la certeza que podría entender plenamente su respuesta……Ven y sabrás, cree y veras, solo así entenderás.
Voy a ti, abandono este lugar, cuando asentí a mi padre, mi espacio desapareció, todo se lleno de una blancura casi asfixiante, pero al mismo tiempo abrazadora, hacia abajo cayendo, hacia un infinito azul, observaba como la tierra era abrazada por lenguas gigantes de fuego que parecían limpiar los restos de lo que fue nuestro hogar, no oí lamentos, solo el silencio de la destrucción, del final y solté mi última lagrima por los colores, olores y sabores que allí un día viví.
Hoy yo, según la versión de los que quedaron voy también a las montañas rocosas.

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Diego Fernando Mostacilla.
Publicado en e-Stories.org el 16.06.2013.

 
 

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