Aaron Cruz Morales

Pensamiento del amor.

Hay algo en esta vida que es difícil de encontrar. Es aquello por lo cual muchos pasan su vida buscando y jamás aparece.

Es algo que muchos mas creen encontrar en la riqueza material, en el placer o en la abundancia; pero no es así

Pero lo que no todos saben es que es por medio de este, que todo lo bueno y extraordinario del mundo llega.

Para quienes no entiendan mis palabras, me refiero a aquello que el hombre confunde con la buena compañía de una mujer. Y que una mujer confunde con la atención de los demás.

Si, es el amor.

¿Pero por que les hablo del amor?, se preguntaran.

La respuesta es simple, y es que yo he visto el amor y lo he sentido de muchas maneras, y debo decir que hay uno en particular que tiene el poder de hacer sentir miserable y feliz a cualquiera.

Y la razón por la que se esto, es porque lo he experimentado.

Es el amor hacia alguien; hacia aquella persona que nos cause esa felicidad inexplicable; el que tendrá el poder de obrar lo inexplicable en nosotros.

Hace poco comprendí que ese amor no son palabras, no son caricias o regalos a montón. No es la idea de proteger a alguien como un objeto, o asegurarse de que siempre este ahí para uno.

No mis amigos, el amor no es nada parecido a eso, y por tanto les contaré brevemente mi hermoso infortunio.

Hace no más de 2 años conocí a una hermosa joven con la cual encontré gran simpatía y afecto.

Esta dama era lo que se podría llamar mi tipo. Era alegre, divertida, elocuente, inteligente y fuerte. Sin mencionar su extremada hermosura que no a pocos dejaba con la boca abierta.

Por primera vez mi corazón comenzó a palpitar así por alguien; creo que era la primera vez que realmente sentía un afecto genuino con alguien.

Continuamente nos cruzábamos, charlábamos, salíamos y reíamos juntos. Parecía ciertamente una relación de película, con excepción de que no éramos oficialmente una pareja.

Era peculiarmente extraña nuestra situación. Nos tomábamos de la mano, nos besábamos y hacíamos cuanta cursilería que cualquier noviazgo haría. Incluso fue con ella que conocí los celos.

Sin embargo sabia que aquello podía no ser lo mejor, ya que sabía que una buena cantidad de hombres estaban tras de ella.

El tiempo comenzó a transcurrir y con el paso de los días nuestro afecto era mayor uno por el otro.

No era un sentimiento enfermizo pienso yo; ya que cada día nos conocíamos mas, sabíamos mas del otro.

Podía hablar con ella como fuera parte de mi familia o de mis mejores amigos, y viceversa.

Era algo realmente hermoso.

Todo iba bien, pero algo pasó.

Gracias a las tretas del destino y la vida tuve que mudarme de ciudad, lo cual implico que la dejara de ver.

Por internet hablábamos y ella estaba convencida de que aun sentía lo mismo por mí a pesar de no verme, y yo aseguraba lo mismo, y era cierto.

Al paso de los meses hablábamos con menos frecuencia a causa de las apuradas agendas de cada uno. Sin embargo cuando hablaba con ella, era como hablar con un ángel.

Ahora, después de casi un año de haberme mudado tengo que volver a partir, tengo que mudarme nuevamente y lamentablemente a causa de mis actividades no podre siquiera hablar con ella.

Le hable de esto hace un tiempo con ella y aseguraba que aun era posible, sin embargo tenía que tomar una decisión, una decisión que me dolería pero que sabía que era lo correcto.

Así que me arme de valor y fui a visitarla.

Cuando la vi me alegro enormemente verla; sin embargo no podía desviar la razón de mi visita.

Al estar hablando con ella comencé a decirle que lo nuestro no funcionaria, que aunque yo aun sentía lo mismo, esto no podría seguir.

Le dije que no podía prometer regresar, y que sería injusto que ella estuviera atada a una esperanza que no pasara.

Al esperar su respuesta el nervio se apoderaba de mi. Sin embargo dentro de mi ser sabía que era lo correcto, y que si en verdad la amaba debía poner su felicidad ante la mía.

Su respuesta fue lo que más me sorprendió. Dijo que lo sabían y que estaba bien. Que no me preocupara.

Ella dijo que aun sentía lo mismo, pero no podía prometer sentir lo mismo si algún día llegaba a regresar.

Lo último que hizo fue darme un abrazo y fue entonces que las lágrimas no pudieron contenerse en mí.

Cuando me marchaba, por un instante me detuve, la mire y sonreí con lagrimas que surgían desde el fondo de mi ser.

Esas lágrimas no eran de tristeza, si no de felicidad, porque había descubierto lo que era el amor. Y sentía el suficiente para dejar a la única que he amado para que siga su rumbo en busca de la felicidad sin mí.

Fue que recorre todo lo que había vivido con ella; no para vivir en el pasado, si no para recordar que alguien en este mundo me ha amado y que me mostró el significado del amor.

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Aaron Cruz Morales.
Publicado en e-Stories.org el 17.04.2014.

 
 

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