Déjame estar solo

Ya es tarde para mí
Desde hace ya algún tiempo, sabía que era inevitable esta conclusión.
No me queda más remedio que aceptar este fútil destino mío,
Este destino que se dejó entrever desde el momento en que la vida te acercó a mí.

Sí, en efecto, ya es demasiado tarde para mí,
el corazón muerto con el que cargo ya no da para más.
Sálvate tú, sigue por favor, mientras tengas esperanza, no te rindas;
si tu corazón aún no se ha marchitado, todavía tienes oportunidad.

Ama, vive y sigue amando,
sé cómo quien vive en el amor y ama a la vida,
olvídate de mí, mi tiempo ha llegado.
Desperdicié tantos años, la soledad se ha aferrado tanto a cada parte de mi ser,
ese monstruo voraz se ha tragado lo último que quedaba.

¿Qué no me escuchas?
¡Lárgate!
¿Qué no ves que ya no lo puedo soportar?
Toda mi vida he estado en busca de risas para no llorar.
Por favor, te lo imploro, ya no tengo salvación.

¡Vamos vete!
Nunca tuviste necesidad de mí.
Fui como la rama que encuentras en tus travesías.
Me asiste firmemente mientras el camino fue áspero y rocoso,
me tomaste con fuerza para aliviar tu carga.
Te aferraste a mi cuando la fatiga fue demasiada y el sopor tiñó tu rostro.

Pero tan pronto encontraste tierra firme,
tocaste suelo blando y terreno sencillo,
te deshiciste de mí y ahora me hallo tirado al olvido.

Nunca me quisiste, nunca me añoraste,
así que porfavor como muestra de piedad, tan sólo déjame morir en paz.
Si tú mueres desaparecen mis lunas y mis mares, mis ojos y mi cuerpo.
Si yo muero niña, tú nada pierdes.

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