Ay, libertad. Dulce arbitrio
por qué te hiere al que quieres…
Le regalé un móvil libre
que sirve cualquier tarjeta.
Más nunca pudo llamarme
porque no tuvo saldo
en su última compañía.
Le di la palabra escrita
grabada al rumor de una ola.
Y saliese de estibada agua
cautiva su apenada ancla
acorazada a las miserias.
Yo le enseñé a mi hermana
herida por un fantoche,
trazas de un cometa errante,
anunciándole el rescate.
¡Mi voz no pudo encontrarla!
Solo sé que ella fue libre
construyéndose una casa,
un hámster que alimentó
falsas pueriles verdades.
¡Ella no supo hallarla!
¡Libertad eras del alma!
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Vicente Gómez Quiles.
Publicado en e-Stories.org el 24.01.2015.
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