Al cruzar en vano las calles que alguna vez pisé me doy cuenta que no han cambiado más de lo que lo he hecho yo,
y es cuando confundo las lenguas que he desconocido
cada minuto de mi pensar
al fundir los sonidos y fragancias de esos diarios con los Salmos y la dicha de los amantes
que reinan solitarios
y sólo recuerdo estar junto a aquellos libros prohibidos para muchos e ignorar esa canción que se entona sin cesar
para encontrar la voz de la insensatez que me traen tu sed y tu cenit
y mi afán de serenidad.
Alastor.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Rafael Miranda Aguilar.
Publicado en e-Stories.org el 02.02.2015.
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