Diego Marroquin

¿Confesión de un vaso?

Nadie soy, y la nada me persigue
Personas entran, dejan su repique.
 
La veo lejana, es asombrosa,
De cristal puro, bellísima copa,
Mientras yo, parezco de vidrio,
Más soy de simple acrílico.
 
No necesita mi compañía, se nota,
Pero sin ella, algo en mí se ahoga.
¡Ambiciono ir! Déjame insensata mano
No ves que no me fracturo; siquiera un rato.
 
¡No  entienden!,  nada puedo hacer,
Todo se repite, como ayer,
Tardes taciturnas, ilusión al cien
Inmóvil y tétrico, no tengo pies.
 
Ver como caen y que se fragmentan,
La última luz sobre ellos se transparenta.
¡Pero yo!, padezco más, esto sigue,
No hago nada, y el recuerdo me extingue.
 
Y no tolero la costumbre,
Hallo paz de noche, cuando la tela cubre
Lloro con pasión, con esfuerzo
Si es que logro así, amanecer muerto.
 
Ya que ellos saben que no soy de cristal
Ni siquiera aparento figura angelical,
Por eso sigo aquí, en el anaquel,
Esperando caerme, hendirme sin manera cruel.
 
 

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Diego Marroquin.
Publicado en e-Stories.org el 23.05.2015.

 
 

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