José Luis Remualdi

Los Palomillas

Como palomillas andan 
ciertos militantes de izquierda conocidos del pueblo: pelo atado, 
termo y mate, revoloteando en torno 
a los que hacen las leyes y decretos; 
apoyando o protestándolos en privadas, 
maratónicas asambleas internas.
Se han leído “El Capital” de Marx, 
o por lo menos comprado el libro y el diario 
del Che y la gorra y la camiseta del Che 
y el habano de Castro; y los que entienden 
bien o mal y los que no entienden nada, 
de estar solos y “no ser nadie producto del despotismo derechista”, (y algo de cierto hay)
pasaron a “pertenecer a algo”. 
Cuentan como aliada incondicional,
y más importante que su propio país, 
a una isla que sólo pisan de la boca para afuera
y, sinceramente motivados, 
aparte trazan férvidos planes caseros 
de esto y aquello, tomando mate 
sin hacer más; y menos cuando la interna 
celosa les apaga la luz y todo termina 
en un fallido revoloteo, pero, tomando mate.
Así los veía cuando después de trabajar en el campo a duras penas propiedad de mis padres en verano hasta las siete de la tarde 
del sábado, mi espalda 
dolorida pero satisfecho yo de mi esfuerzo juvenil, así los veía, digo, 
tirados con su cerveza alrededor 
de una palma en la plaza del pueblo
mientras uno de ellos, echado en el pasto 
manos a la nuca y mordiendo una gramilla, 
mirándome cínicamente me decía: 
“Ya se les va a terminar a ustedes
cuando llegue el reparto de los campos”
y me tarareaba una canción de la época:
“…a desalambrar, a desalambrar…” 
‘Repartir el pobre campo de mi padre contigo, 
que con un melón al hombro te partís 
en dos', pensaba yo, y seguía mi camino.
En fin, son todavía los palomillas actuales y los más importantes, los que transan con el capitalismo sin freírse
contra con él sino más bien enriquecerse, siempre, siempre, con
su ideal en ristre y “mejor” por “balanceado y natural”
que el de los “cerdos capitalistas”. 
Es decir; además de palomillas
revoloteando en torno de una luz ajena, de toda la mierda política
derecha incluida, son mierda de vegetariano
(por lo de la gramilla en la boca, digo).

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de José Luis Remualdi.
Publicado en e-Stories.org el 09.08.2018.

 
 

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