El viejo se vino pa'l pueblo
por ese simple y normal
contratiempo de la vejez.
Mas no se quiso alejar
del canto de los Horneros.
Por eso madruga el sol
a encenderse tempranito
en la luz de su ventana
y a enrular el silbo cano
de la caldera en el fuego.
Madruga el viejo pa’ honrar
su pasado de labriego
cortando melga a memoria
bien derecho a la señal
de tilde gris de algún Tero.
"¿Quién ató esa vaca overa
en la mitá’ del terreno?",
me dijo en fresca mañana,
por ingrato contratiempo
de sus ya noventa y uno.
Pero aquello fue, por suerte,
leve camellón apenas
en el surco prodigioso
de su recta lucidez
de criollo sabio y campero.
Tal vez un día se vaya
como quien sale a pasear
con su tacuara por báculo
al cielo de los parientes
para quedarse con ellos.
Pero yo por si presisa
que le agarre su tostado
y le asegure el apero
o su afeitada el domingo
o prosiar siempre muy poco...
quisiera dirme primero.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de José Luis Remualdi.
Publicado en e-Stories.org el 11.12.2018.
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