… madre de todos los tiempos, recógeme en tus brazos, abrígame;
en el ingente hueco de tu amor, mírame y reconóceme,
sonríeme, háblame;
... tirito, siento frío y no cesa el vendaval de la muerte
ni la irrupción de montañas y mares terribles por las simas del alma,
y no, no la oscuridad íntima, madre,
no, no el miedo, no la angustia;
… ante ti clamo como dios caído,
cual hombre,
cual lirio o animal que fui;
… son muchos, madre, mis trozos, las cicatrices/alma, las suturas,
desde todos los destierros y ordalías llego;
… no pido un sitio tibio en el hogar, y no, no un sol, madre;
sólo aliento, pausar el dolor, sólo, solamente;
los hijos de Caín crecemos con la guerra.
***
Antonio Justel Rodriguez
https://www.oriondepanthoseas.com
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Antonio Justel Rodriguez.
Publicado en e-Stories.org el 30.08.2021.
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