… voy ligero, nada me queda;
el fuego ha consumido mi ser mortal y pertenencias,
mi reflejo o dualidad, sus trozos o porciones:
mi última luz
y mi última brizna;
… ahora soy y habito en lo inasible,
motivo por el que oigo y veo, siento y resucito en todas partes,
y allí donde intuyo el descalabro terrestre con que un día usé y raí mi libertad;
todo, pues, lo he dado: coche, ropas, ajuares, fiestas, puentes y conceptos,
amores y memoria,
todo,
y así los huesos, la propia piel y mis propias almas,
como un torrente ígneo, todo, todo se ha ido;
… la novedad del resucitado es esta audiencia universal o voz,
- su armonía -
y también, ay, su ingente desnudez: la paz innominada;
… no, aquí ya no hay tiempo con que ahormar más horas de reloj;
un nuevo fénix sin final reagrupa el corazón y enciende el canto:
la sombra de la luz, no existe en él.
***
Antonio Justel Rodríguez
https://www.oriondepanthoseas.com
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Antonio Justel Rodriguez.
Publicado en e-Stories.org el 30.08.2022.
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