... este escrutinio de dolor, el que hiere y pone en carne viva la voz,
los labios y los huesos, este cansancio final de lo que hay o queda,
[tedio, brevedad y frío]
¿ hasta cuándo, hasta cuándo ha de ser ?
... dios de mi cuerpo, levanta un manantial de fuerzas vivas
con que atajar mis ríos y mares negros,
observa en qué temblor mantengo el ser y en qué desventura
la fe en sí misma se extingue y no consuela;
… porque ¿ acaso es lícito humillarse, detenerse y ver después los desastres surgir o pasar ?
¿ lo es la soledad con el vasto dominio que entraña su poder ?
... oh viejo dios con mis crisis de hombre, necesito vivir, tensar y hollar la luz,
prender la eternidad con este instante duro aunque luego los derrumbes me destruyan los hombros
y no aparezca ni amor ni libertad, ni siquiera un mínimo canto con su brizna de lumbre
en el pecho;
... oh dios que discurres por mi sangre callada y herida, levántame las manos para seguir,
tócalas con tu fuego vivo y préndelas, reconstrúyelas, sácamelas del estupor de la muerte
y házmelas dignas, capaces para la lucha.
***
Antonio Justel/Orión de Panthoseas
https://oriondepanthoseas.com
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Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Antonio Justel Rodriguez.
Publicado en e-Stories.org el 31.07.2024.
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