... fulge, fulge y trepida el aire,
y vibra, y siente,
y late, y vive …,
y, cual éxtasis profundo,
hay en él como un arrobamiento triunfal de osar hacia lo alto;
¡¡¡… ay, ay si pudieran observar conmigo, Vds., este ingente halo de inimitable luz,
este atuendo de oro, su estético canto, su infinitud de alma;
... en qué hora, digo, en qué instante de puro amor se incendia y sube,
que todo entrega y todo imprime en las memorias como rúbrica cierta de que es en vano el olvido;
mistérico vivir, éste, sin aparente saber ni ver, cual si coraza o adarga a brasa viva,
cual piedra-ley sobre fe y razón, cual áspero grillete-albergue de rigidez presente, cósmica y terral;
... y, sin embargo …, este esplendor,
la arquitectura de este sutil, inmarcesible y etérico vuelo,
junto a una voz de fuego interior que irrumpe con poderosísima fuerza,
cantando y abrasando con verbo enérgico, intrépido y valiente, divino y redentor;
... no, ninguna mujer, ningún hombre será jamás, jamás, un loto muerto, ah, nunca…;
cómo, si no, irrumpir para emerger y ser en esta excelsitud íntegra y total:
esta ingente alegría,
esta florescencia de faz magnificente,
o esta, esta excelsa contemplación de textura inefable y pálpito inmortal, cómo …
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Antonio Justel/Orión de Panthoseas
https://oriondepanthoseas.com
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Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Antonio Justel Rodriguez.
Publicado en e-Stories.org el 20.09.2024.
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