Regina Sedelke
Un día gris
Llovía todo el día.
La humedad se levantaba como nubes blancas
por el bosque,
como si esperasen encontrar más allá el sol.
Pero parece que no lo encontraron,
porque enseguida se dejaron caer de nuevo miles de lágrimas
por la pena
de no haberlo visto.
Al sol, que calentaba este planeta, acariciando al bosque,
discubría los valles empapados y fundía el hielo que cubría los cerros.
¡Que crueldad!
Su ausencia en el mundo,
que tanto lo necesita, que tanto lo anhela,
para poder vivir.
¿Dónde estará?
Grita la tierra.
No puedo vivir ni respirar sin sus rayas,
que me abrazaron y me besaron.
Pero el sol se fue para siempre
hacia otros lados.
A un mundo mejor, más lindo...
Con campos fértiles, llenos de trigo amarillo
de valles misteriosos y cerros,
en cuyo sombra se puede descansar.
Un mundo que sabe atraer al sol.
Mientras por acá,
nunca acabará de llover.
Nunca puede salir mi alma de estos nubes grises.
Nunca más se puede levantar en el aire el aguila,
que una vez tenía tanta fuerza.
Ni las estrellas alcanzan este desafortunada tierra,
que estará perdido para siempre...
Regina Sedelke
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Regina Sedelke.
Publicado en e-Stories.org el 03.08.2007.