Es todo plano.
Llano. No hay escombros. Hay tierra.
Hay ceniza y
negrura detrás de los cristales.
Agujeros tremendos
que vuelan por el aire.
Rostros sin
compromiso vistiendo sus caretas.
Todo está yermo.
Brilla la luz tan mortecina
Del candil gris que se apaga con el flujo lunar.
El verdor de las
hojas no recobra confianza.
Tristes se despiden
del hoy que se echó para atrás.
Pisa mi mano. Mira.
Es de arena. Es de tiempo.
Mira mi corazón.
Frío es su hueco. No tengo.
Mi amada Petra forma lentamente, luciendo
Su mármol color
rosa en edificios funestos.
El funeral de
Mozart se oficia en mi templanza.
Un tibio Lacrymosa
mis ojos despedazan.
Los Kyries y los
Glorias deshojan mi labranza.
El Credo ilumina el
destino que me aguarda.
Adiós. La muerte
llega y con ella la vida.
Adiós. Forjé una
historia y aquí la he destruido.
Mi despedida lleva
campanas de alegría
Con un badajo sordo
y una fría sordina.
Adiós. Lleva mi
muerte cogida en tu regazo
Y arrójala de tu
coche en cualquier descampado.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 28.12.2007.
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