... mi amigo lloraba, lloraba amargamente y no podía consolarlo;
[siempre había creído que su desván era un desván repleto
de objetos importantes y que, en sus manos, los retos de la vida
eran o bien minucias o bien insignificantes pedacitos de oro]
… lloraba, y no lograba consolarlo - me reproché - porque me faltaban las manos,
la boca, el corazón; no, no lo lograba porque me faltaba todo;
... y sin saber cómo prestarle ayuda, lo abracé por los hombros
y me puse a pensar y a decirme que quién no tenía una biela fundida,
un circuito averiado o un tumulto de moscas por la piel un día desgraciado
en que se agrandan pestes, tristezas y desastres…
… y todo estaba cerrado: las tiendas, los bares, las iglesias,
los talleres de reparación también lo estaban .…; y yo con mi amigo
al amanecer, llorando ambos en medio de la calle.
http://www.oriondepanthoseas.com
(Weblog literario del autor: poesía, relato, novela, filosofía y otros)
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Antonio Justel Rodriguez.
Publicado en e-Stories.org el 31.01.2008.
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