Maria Teresa Aláez García

Elucubraciones2

La noche toca timbales, trombones, trompetas y los sonidos suben en espiral, depositando en  la negrura el brillo de las composiciones. Marchas moras, cristianas, pasodobles, canciones populares, jazz, heavy... El alcohol prepara los programas que cada peña va dejando caer sobre la carretera a su paso por la ciudad.
 
El corazón sigue vacio, vacío. Cada vez más recortado, más vacío. Cómo es posible. Cómo es posible quedarse sin corazón y que siga haciéndose presente, constante y evidente, buscando la capa de la soledad, embelleciéndose con los sarcasmos, postergándose con la ceniza, poniendo un muro al olvido.
 
Abre la puerta.
 
Abre la puerta y saca el corazón al vacío.
 
Abre los ojos y luego arráncatelos. Arráncalos y pisotéalos si los encuentras. Mejor, dáselos a los cuervos y las entrañas, a las hienas, que disfrutarán saboreándolas. Los buitres se encargan del resto de la carroña. Un dia y otro también, seguidos de otros.
 
Pero el corazón mejor. Es algo de lo que se puede prescindir. Del trocito de cerebro que rige el corazón y los sentimientos. Una buena lobotomía o una buena enseñanza de unos mejores profesores sociópatas o psicópatas para poder vivir en el mundo, fríamente, sin más sentimientos que los producidos por la necesidad de comer, beber, fornicar, defecar, orinar o dormir. Para qué hace falta más. Si es preciso, un robot que no tiene sentimientos y es barato a la vez que no contamina para poder realizar todo ésto.
 
Para qué vamos a engañarnos. De que vale la religión: de engañabobos. La economía o la empresa, igualmente. Reparto de riquezas que es de todos y que unos pocos listillos privatizaron a costa de engañar o de mentir. ¿La política? Va de la mano de la religión y de la economía. Vamos. Que somos borregos. Que nos dejamos engañar buscando cosas que deseamos y que nadie nos va a dar.
 
En todo caso habrá que hacer que los poderosos se sientan felices con el poder, siendo sumisos. Así pensarán que tienen sometido al resto de la población. Con los ricos, habrá que ser pobres para que los ricos se sientan satisfechos de ser más opulentos que el resto. Habrá que dejarse engañar e incluso alimentar sus egos para que quienes intentan denigrar a sus semejantes con el sarcasmo  y la ironía, se sientan satisfechos, grandes y fuertes sobre esos pobres de espíritu a los que denigran. O no tan pobres. Habrá que dejarse robar por ladrones de guante blanco: el estado, hacienda, banca, para que se sientan felices por ganar más dinero cada dia y ganar más público para estafar.
 
Habrá que recortar el vocabulario y dejar de leer para permitir que los intelectuales y eruditos hablen, se expresen, intenten dominar el mundo y se maten, si es preciso, por ello.
 
Habrá que hacer caso a la física y a la química, sin romper ni por casualidad ni uno de los esquemas.
 
Habra´que dejarse engañar continuamente. Es un buen recurso. Un gancho diario, para que el mundo siga funcionando y la gente se sienta segura en este planeta. Mintiéndose con todo lo que encuentra. Dejando que la gente que miente a los demás y se miente a sí misma se reagrupe y reafirme en sus propias mentiras.
A fin de cuentas ,para lo que vamos a vivir...
 
Si el caso es que nos comemos todas las heces que se nos pone en el plato y encima nos sacamos las nuestras para dárselas a los demás en una suerte de compartir.
 
Una cucaracha. Tres.
 
No me gustan las fiestas. Nunca me gustaron. Ningún tipo de fiesta. Ni social, familiar, tradicional, nada. A ciertas horas siempre dejan un vacío, sensación de hastío, incomodidad, agobio, incluso teniendo con quien compartir tan bellos momentos.
 
Todos salen ganando algo.
 
¿Y yo?
 
Me bebí de un sorbo las estrellas negras de mi conciencia. Luego insultaré un rato.
 

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 29.07.2008.

 
 

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