II
Recorriste a oscuras el camino viejo
de los desánimos y las incertidumbres.
Llamaste a las puertas de la esperanza.
Pero las gallinas
no estuvieron dispuestas a ofrecer su caldo.
Y tus agotados pies
siguieron viviendo
Por El.
Una estrella acompañó a la luz hacia su destino primigenio:
una gruta.
El corazón se condolía amargamente.
El agua rompió su llanto
al abrir paso a un rey.
Tu Rey.
Por oro su cabello y las lágrimas de pajas. Alentado por una mula y un buey.
Entendiste
que el recorrido incierto de tu ruta
comenzaba
al entonar
el sonido inmortal del viento
un gallo
por tercera
vez.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 09.12.2008.
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