Su miraba erraba
por azul camino
entre sus memorias de oropel y estrellas.
Su pelo golpeaba el viento, cansino,
que intentaba, un velo, colocar sobre ella.
Velaba su rostro, de luto vestido.
El humo, cubría su cuerpo y su aroma.
Sentada en el parque,
lucía ante todos
un carro vacío de risa y ternura.
¡¡Levanta!!
Permite que tu llanto huya.
No dejes que nadie vea tu silencio.
La parca cobróse de tu piel, tributo
de los cinco meses de pañal y besos.
Y si tu tristeza te atrapa en la araña
torpe y descuidada de tus pensamientos
deja que la vida mane de tus ojos
y que un mar, calmado,
se desahogue entero.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Maria Teresa Aláez García.
Publicado en e-Stories.org el 02.03.2009.
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