Fermín Vidales Martínez

El hombre sabio

 

EL HOMBRE SABIO

 

 

 

 

Dicen que a mediados del siglo veinte vivía en lo más alto del Cerrillo un hombre sabio que se llamaba Feliciano. Salía muy temprano al patio trasero de su casa y se acomodaba debajo de un limonero, con una taza humeante de café entre las manos, para entregarse a la meditación. Cuando su mujer entraba en el patio para barrer el suelo y regar las macetas Feliciano ya tenía desenmarañado gran parte de su mar de dudas diario, y se entregaba a la contemplación de la fila de hormigas que corría por la suave corteza del limonero.

- Hoy has madrugado, mujer.

- Más me vale. Cada vez empiezan a llegar más pronto y no tengo tiempo para nada.

Feliciano tenía la piel cetrina del campesino malagueño y el gesto hosco de los ateos. Porque Feliciano, a pesar de gastar muchas horas enzarzado en laberintos doctrinales, no creía en dioses ni demiurgos. Un ejemplo de esto son sus reflexiones sobre las bodas de Caná.

- Un amigo te asegura que todo lo suyo es tuyo. Y pongamos que todo lo tuyo es de él. Así que si yo tengo dos panes, mi amigo tiene dos panes, y de siempre es sabido que dos más dos son cuatro. Ahí tenemos el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, obrado por la mera fórmula alquímica de la amistad.

Al padre Marcelino se le llenaba la boca literalmente de espuma cada vez que le oía decir que el creador del hombre verdadero, si no la casualidad, había sido Lucifer.

- Estás jugando con fuego, Feliciano- le advertía mosén Marcelino.- Sólo el demonio te ha podido meter esa barbaridad en la cabeza.

- Se equivoca, padre. Esta locura la he sacado de ustedes mismos, que dicen tantas y tantas cosas que luego no saben ni lo que han dicho. El hombre tal y como nosotros lo entendemos, con su vergüenza y su orgullo y su generosidad y demás vicios y virtudes, no empezó hasta después de la manzana. Por tanto la manzana es el fuego de Prometeo. La Iglesia de ustedes ha sido descuidada incluso eligiendo nombres. Fíjese que Lucifer significa el que trae la luz.

- Mira Feliciano, hace mucho que sé que eres un alma perdida sin remedio. Arderás en el infierno eternamente y parece que ambos lo tenemos asumido. Lo único que te pido es que no infestes a los demás con estas patrañas comunistas.

- Tranquilo, señor cura, que no le alborotaría el redil aunque quisiera. A cada uno le hablo de lo que le interesa. Estas perlas filosóficas me las guardo para usted.

Feliciano no mentía. El resto de los villaorugueños no le consultaba acerca de otra cosa que no fueran remedios para la calentura o estímulos para la siembra.

- Los asuntos de la política y la religión son como el cigarro puro. Sólo sientan bien después de llenar la tripa.

- Yo sólo te digo que te andes con cuidado. Corren malos tiempos para ir dando consejos de lo que sea a la gente.

- Lo sé, padre, pero ya me importa poco. Este año habrá poca almendra y alguien buscará culpables.

Dicen que una noche de finales de agosto fueron a buscarle a casa para tomarle declaración.

- Espere que le de la chaqueta- pidió su mujer a uno de los guardias.

- Tranquila, no tendrá frío.

- Haz caso, mujer- contestó Feliciano.- ¿No ves que la noche está buena? Y dile al cura que rece por todos los hambrientos.

A la mañana siguiente las hormigas salieron a trabajar por el tronco del limonero como si nada.

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Fermín Vidales Martínez.
Publicado en e-Stories.org el 01.05.2009.

 
 

Comentarios de nuestros lectores (0)


Tu comentario

¡A nuestros autores y a e-Stories.org les gustaría saber tu opinión! ¡Pero por favor, te pedimos que comentes el relato corto o poema sin insultar personalmente a nuestros autores!

Por favor elige

Post anterior Post siguiente

Más de esta categoría "Histórico" (Relatos Cortos en español)

Otras obras de Fermín Vidales Martínez

¿Le ha gustado este artículo? Entonces eche un vistazo a los siguientes:

LAS COSAS PERDIDAS - Fermín Vidales Martínez (General)
Bad year 2021 - Rainer Tiemann (Histórico)
A Long, Dry Season - William Vaudrain (Vida)